lunes, enero 11, 2010

CONCEPTO DE LIBERTAD

Muchas veces acusan a los marxistas de rechazar la libertad por las experiencias del socialismo real. Aparte del hecho de que en el socialismo real hubo multitud de errores de praxis, creo que también lo que existe es un choque de conceptos de qué es la libertad a nivel teórico.
Para los liberales, la libertad es un concepto que implica la libertad del individuo frente a la comunidad, es decir, su independencia de los demás, la capacidad de hacer cosas sin tener que depender de los demás.
Así, por ejemplo, el individuo tiene la libertad de vender su fuerza de trabajo a quien quiera, negociando con la empresa las condiciones en las que pueda trabajar. Pero, el error de esta concepción de la libertad tiene que ver con la abstracción realizada, pues el sujeto pobre, DEBE decidir: o trabajo o me muero de hambre, aunque nadie le obliga a trabajar, o acepta la oferta de la empresa o se muere por inanición. Por lo tanto, el concepto de libertad liberal no es más que una coacción encubierta.
Sólo es libre quien tenga los medios de subsistencia asegurados, es decir, sólo es libre quien dispone de una serie de recursos que le permitan vivir sin morirse de hambre. Pero claro... ¿quien tiene la riqueza acumulada suficiente para poder vivir mientras que descarta ofertas de trabajo hasta encontrar la que le guste? Básicamente casi nadie.
Por lo tanto, la libertad liberal es libertad para quien tiene dinero y coacción para quien no tiene recursos.
Frente a este concepto de libertad, debe entenderse la libertad como colaboración, como cooperación entre individuos para alcanzar un bien común. Libertad como cooperación como participación de los individuos en política.
Tal y como termine interpretando, aunque a priori uno puede decir... ¿qué tiene que ver la libertad con el cooperar?, si se piensa con detenimiento, tiene pleno sentido.
Cooperación entendida como contrario a la competencia, de tal forma que si ha de construirse una casa no la hagas ni tú ni yo, sino los dos, de forma que cooperando terminemos antes, dejando a un lado esa competición que lleva a la desconfianza, al enfrentamiento entre las personas por conseguir un puesto de trabajo.
De esta forma, posteriormente ambos dos tendremos más tiempo libre.
Es decir, que frente al concepto de libertad liberal de independencia del sujeto frente al colectivo, la libertad pasa por la cooperación entre individuos para disponer de más tiempo libre cada uno.
En fin, ya se me alarga demasiado la publicación, así que dejo en el tintero para más adelante la contradicción entre libertad y propiedad privada, así como la libertad de expresión.

domingo, enero 10, 2010

INTERPRETACIONES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA


Introducción

Las cuestiones europeas debatidas en los años treinta sean estos dentro de los estados o entre ellos, eran de carácter transnacional. La guerra civil española es la fiel demostración de esta afirmación, en 1936-1939 España se convirtió en la expresión real del enfrentamiento global

Alfonso XIII, Rey de España, parte hacia Estoril, Portugal al perder elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que fueron interpretadas como un plebiscito en su contra. La monarquía había caído; la República había triunfado. Una República que mandada por la derecha, con el parlamento de las cortes en su favor no podía dar respuesta a los graves problemas sociales del país. España con 24 millones de habitantes, mitad analfabeta en donde 20 mil personas eran dueñas de la casi totalidad de la tierra cultivable, albergaba el germen de la "justicia social". Su población obrera estaba asentada en las minas de Asturias y Río Tinto, Cataluña y el País Vasco ; excepto en este último las ideas de la revolución bolchevique y anarquistas habían arraigado hondamente en el proletariado español.

El campesinado estaba sumergido bajo arrendamientos leoninos. En la granja de España, como se denomina a la zona de Valencia, un campesino solo disponía de la 20º parte de su cosecha , el resto era para el propietario. Su vida transcurría en una mísera choza y los elementos de labranza debían ser comprados a precios exorbitantes. Sin ningún derecho su esclavitud era secular. En los cortijos de Andalucía el régimen era de una situación cuasi/feudal. Los terratenientes disfrutaban de las ganancias que sus fundos producían.

La zona de Galicia era la excepción, sus campesinos si bien eran propietarios, su grave problema era el de la constante subdivisión de sus pequeñas parcelas; el minifundio conspiraba siempre contra la rentabilidad. Pero su miseria era comparable al resto de sus compatriotas. Los mineros, quienes trabajaban en condiciones infrahumanas estaban lejos de las conquistas logradas por sus pares franceses. Los empleados de las manufacturas de la industria, no gozaban de los avances sociales del resto de Europa.El asalariado, que por no gozar de privilegios, no significaba que ignorase que poseía la llave generadora de un cambio radical.

Las ideas de Marx y Bakunin (quien había estado en España dando conferencias) encontraron el medio para desarrollar lo que daría a llamarse el motor de la reacción a la avanzada derechista. La clase dominante española estaba integrada por los terratenientes, los acaudalados industriales , gran parte del clero y los militares.

Los terratenientes en España, muy ligados a la monarquía y por eso aristócratas en antonomasia, nunca supieron ver que llegaba a su fin una era, un ciclo. Amurallados en sus feudos y lejos de propiciar medidas técnicas y económicas no hacían más que seguir explotando una tierra de la que solo esperaban les pagara su bienestar burgues.

La incipiente industria española, centralizada en dos grandes ramas (los armadores de barcos en el norte) y en Cataluña (las manufacturas textiles) fueron quizás quienes vieron que se acercaban tiempos inciertos.

La guerra civil es, sin duda, el asunto de la historia de España sobre el que más se ha investigado, escrito y discutido. La amplia y variada historiografía, producida desde el mismo momento de la contienda, presenta una serie de rasgos que la caracterizan globalmente. Rasgos que van cambiando, en un sentido positivo, desde las limitaciones historiográficas de la producida durante la propia guerra, hasta las aportaciones del último cuarto de siglo, en especial desde el restablecimiento del sistema democrático en España

La intencionalidad política y la plena ideologización predominan en las obras escritas y publicadas durante la guerra, tanto en las procedentes de autores españoles como extranjeros. La necesidad de justificar la rebelión en el caso de los sublevados y la de legitimar la causa republicana o de informar a la opinión pública son razones que explican la mencionada politización. El partidismo de los autores extranjeros, algunas de cuyas obras de carácter político y social son indudablemente valiosas se explica por el hecho de que la bipolarización que existe en España tiene dimensión casi mundial. En el contexto de la conflictividad política y social que dividía a Europa a mediados de los años 30 era prácticamente imposible una postura neutral ante la guerra española, junto a la ideologización, la parcialidad y la ausencia de análisis crítico, así como la pobreza de recursos materiales.

Terminada la guerra, dentro de España se impone imperativamente la visión de los vencedores. Durante las primeras décadas del régimen franquista, o como mínimo hasta la promulgación de la Ley de Prensa e Imprenta de 1966, prima la interpretación que trata de presentar a la rebelión militar como Cruzada de Liberación Nacional encaminada a detener el comunismo, el separatismo, la masonería y el judaísmo, elevando de paso a la categoría de mitos históricos determinados hechos bélicos como la defensa del Alcázar de Toledo. Según Paul Preston, esta actitud responde a la intención de ocultar “los orígenes de clase del conflicto y borrar los logros revolucionarios de la clase obrera entre 1936 y 1939”.

La particular visión de los vencedores obliga a reescribir la historia contemporánea de España, ya que la necesidad de legitimación histórica que preocupaba al nuevo régimen exigía una reinterpretación global de la historia que arranca de la introducción del liberalismo. El rechazo del sistema liberal ve en los años de la República el momento álgido de las tendencias disolventes inherentes al pensamiento liberal y al parlamentarismo. Así, la interpretación franquista de la guerra iría acompañada de una reinterpretación de la historia de periodos anteriores. Esta historiografía de la Cruzada, es obra de policías, que se apoderan de documentación y la destruyen, militares, propagandistas del gobierno franquista y clero, que buscan cimentar la alianza entre el régimen y la iglesia y halagar al ejército. Con la derrota de los regímenes fascistas, apoyos de Franco en la Segunda Guerra Mundial, cierta historiografía aborda la guerra presentando a Franco como “centinela de Occidente” y adelantado clarividente en la lucha contra el comunismo, ignorando su antiliberalismo y desprecio por la democracia parlamentaria A lo largo de los años cincuenta se profundizó en la incidencia de las maquinaciones.

Después del cambio de régimen, el contenido político-ideológico de muchos de los productos historiográficos sobre la guerra sigue siendo muy marcado, y no es extraño. Después de 1977 el proceso de institucionalización de un nuevo sistema democrático no había puesto fin a muchos de los elementos de la realidad histórica heredados de la dictadura. Y si todo régimen segrega ideología y provoca reacciones ideológicas de la sociedad, la historia no podía sustraerse a este juego de acciones y reacciones ideológicas. Además, la guerra civil formaba parte todavía de la memoria colectiva de mucha gente, incluso de muchos que no lo habían vivido de forma directa. El proceso de desarrollo de investigaciones rigurosas sobre la guerra por parte de investigadores españoles que había sido posible a fines de los sesenta y primeros setenta se refuerza enormemente con numerosas publicaciones en el proceso de transición iniciado tras la muerte de Franco. Sin embargo, el punto débil seguía siendo la falta de síntesis y análisis comparativos de los que siguen siendo autores historiadores extranjeros.

En los inicios de la transición se produjo la reedición de algunas de las obras más significativas como la de Hugh Thomas. La edición de 1977 constituye una revisión que incorpora los resultados de la investigación española sobre la guerra, aporta un mejor conocimiento de la misma, incide más en los antecedentes y causas y presta más atención que en la primera edición a los aspectos económicos, sociales y militares, con un tratamiento distinto y más considerado de Azaña y los anarquistas y una mayor critica al ala izquierda del PSOE y la política y liderazgo de Franco en el bando sublevado.

Raymond Carr es autor de un estudio interpretativo, La tragedia española en el que pretende explicar la guerra como consecuencia de un nuevo fracaso en el intento de modernización política y económica del país frente a la vieja oligarquía agraria. Payne echa en falta en ella la consideración del lugar de la guerra española en el marco de las guerras civiles del siglo XX. La obra de Payne, La revolución y la guerra civil española, tiene un carácter más ideologizado. Mientras que como apuntara Pierre Vilar, la guerra civil española es un enfrentamiento entre “dos Españas”, en que cada una se convertirá en símbolo de uno de los campos mundiales cuyo enfrentamiento se estaba preparando y desemboca en la segunda guerra mundial.

En conjunto ven la guerra como consecuencia de los antecedentes sociales de los conflictos que desembocan en la guerra y la base social de la misma que es analizada en el contexto de una fructífera controversia con la historiografía franquista y cierta historiografía anglosajona en varias obras significativas como el análisis que Paul Preston hace de los extremismos políticos en función de los conflictos sociales en las zonas mineras y las latifundistas del sur de España. Esta tendencia hacia la historia social de la guerra por parte de la historiografía anglosajona que permite superar la tendencia central al análisis político de los enfrentamientos dentro y entre los partidos y organizaciones de izquierda y derecha en la España de los años treinta, es paralela a un fuerte incremento de la historiografía española sobre la misma iniciado a fines del franquismo e incrementado tras la muerte de Franco.

Desarrollo

Entre 1909 y 1917, la principal discusión política en España había versado sobre el papel de la iglesia en la enseñanza secundaria y superior. El estado había decidido teóricamente instituir la enseñanza primaria gratuita para todos y en todas las capitales de provincia había un instituto estatal de enseñanza media, a menudo de poca calidad. Pero los maestros eran casi todos católicos y los niños pasaban mucho tiempo rezando el rosario. La Iglesia podía mantener su influencia sobre la juventud, a través de su autoridad en las escuelas estatales y en las dirigidas por órdenes religiosas. Los liberales intentaron cambiar esto y habían logrado algunas concesiones, pero al final su esfuerzo no dio resultados. Igual que en Francia a principios de siglo, la posición de la iglesia en la enseñanza y, por lo tanto, en la cultura general del país, se fue convirtiendo en una obsesión para quienes la rechazaban. Los trabajadores llegaron a pensar que las misiones de las órdenes religiosas en los suburbios de la clase obrera eran el más pernicioso de los males, particularmente si tenían un subsidio estatal y más aún si parecía que, con la coartada de la enseñanza, imbuían una falsa ética a los ignorantes. España con su larga trayectoria de imperio, siempre se apoyó en una casta militar no siempre preparada de acuerdo a las circunstancias.

Con la pérdida de Cuba en la guerra con E.E.U.U., la decadencia de los militares iría creciendo. El descrédito del pueblo en éstos se iria acentuando con los acontecimientos venideros.

En su afán de imperio, y por ser una de las pocas potencias de Europa sin colonias, irá a buscar los territorios más cercanos ; el norte de África, y allí empieza la conquista del Marruecos. Aquí empieza una muy larga zaga de generales victoriosos y derrotados. Francia, enemiga solapada de España y viceversa, en el reparto de Marruecos, queda con la parte del león dándole a ésta la tierra más infértil y los nativos más rebeldes, cuyo jefe, ABD - El - Krim, traerá a maltraer a toda la Nación. Toda una generación de oficiales con destino en Marruecos se irá fogueando con desastres (Annuall) donde murieron miles de hombres, el suicidio del general Silvestre y hasta el desembarco feliz de Alhucemas (1925), acción conjunta con Francia que dio comienzo a una victoria total contra los rebeldes moros, muy costosa en vidas, materiales y dinero.

La guerra civil

El 18 de julio de 1936 los militares más conservadores del Ejército español se levantaron en armas contra la República. Este acto significaba el fin del experimento democrático realizado en España desde abril de 1931. La caída de la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera y el descrédito de la Monarquía habían posibilitado la proclamación de la II República Española como panacea que pretendía sacar al país de su histórico atraso. Sin embargo, los años que van desde 1931 a 1936 se convirtieron en fiel reflejo de las contradicciones de la sociedad española. De un lado muchos pedían un cambio social y económico profundo que acabara definitivamente con el poder oligárquico en España. Del otro, ese mismo poder, apoyado por el Ejército y la Iglesia, luchaba por defender su posición privilegiada. Las elecciones de febrero de 1936 sólo sirvieron para dividir aún más a los españoles y tras el triunfo del Frente Popular la oligarquía se apoyo en el Ejército. Se daba paso así a la Guerra Civil Española.

Los militares forjados en África se llamarían entre ellos "Africanistas" y serían columna del levantamiento. Franco, Mola, "San Jurjo", Millan Astray (creador del tercio de extranjeros), Yagüe, Varela, Moscardo, Batet, Goded, Monasterio, Queipo de Llano, Cabanilla, más la entrada de hijos de clase media a las academias militares a partir de principios de siglo, también creó una clase de militares que se vieron comprometidos con la República.

Los militares más conservadores del Ejército se levantaron contra el gobierno de la República. El alzamiento comenzó antes de lo planeado en Melilla. Pronto se extendió a Tetuán y a Ceuta donde el coronel Juan Yagüe se apoderó de la ciudad sin disparar un solo tiro. Prácticamente todo Marruecos estaba en manos de los rebeldes antes de que Franco, procedente de las Canarias, se pusiera al mando de las tropas sublevadas. Al día siguiente, 18 de julio, el levantamiento se extendió a la Península.

Los principales levantamientos tuvieron lugar en Andalucía. En Sevilla, el general Gonzalo Queipo de Llano, llevó a cabo un espectacular golpe de mano y con el apoyo de diversas formaciones militares y de la Guardia Civil se hizo con el control de la ciudad y aplastó la resistencia obrera. También ese día las guarniciones de Cádiz se sublevaron con los generales Enrique Varela y López Pinto al frente. En Córdoba el gobernador militar consiguió la rendición de su colega civil. En Granada la guarnición militar salió de sus cuarteles y ganó la ciudad para los rebeldes. En Jaén el coronel al mando de la Guardia Civil se declaró leal a la República. En Málaga la guarnición se sublevó pero ante las amenazas del gobierno de un bombardeo, los sublevados depusieron las armas. También Almería y Huelva fueron ganadas para la República, aunque ésta ultima había quedado totalmente aislada.

En Madrid el 18 de julio la sublevación aún no se había producido, actuaba aún como si fuera posible detener el golpe por medios constitucionales pero los sindicatos y partidos de izquierda no dejaron de reclamarle ese día las armas que impedirían la intentona militar de la capital. El jefe de gobierno continuó negándose a darlas.

El 19 de julio Barcelona, que hasta entonces había permanecido tranquila, informo a Andalucía en cuanto a la gravedad de la situación. El general Fernández Burriel tomó el mando de la sublevación en la capital catalana a la espera de la llegada de su verdadero jefe, el general Manuel Goded desde Mallorca, de la que se había apoderado sin disparar un solo tiro el día anterior. El plan era que 5.000 soldados sublevados ingresaran hacia el centro de la ciudad, suponían que así sería fácil dominarla. Pero los militares no tuvieron en cuenta la escasa respuesta que encontrarían por parte de la Guardia Civil y la de Asalto que ya habían sido convencidos por el comisario de Orden Público de que apoyaran a la República. Además no habían contado con el entusiasmo del movimiento anarquista, los anarquistas salieron a combatir a los rebeldes y se encontraron luchando hombro con hombro junto a sus tradicionales enemigos, la Guardia Civil y de Asalto. Escofet, que había previsto con anticipación la táctica de los militares lanzó al ataque a sus fuerzas entablándose una auténtica batalla . Goded, que acababa de llegar de Mallorca, trató de convencer a la Guardia Civil de que se uniera a la sublevación pero su comandante en jefe le repitió constantemente que el cuerpo sólo obedecía órdenes de la Generalitat. Goded fue finalmente capturado y obligado a emitir un comunicado por radio en el que pedía a sus partidarios que depusiesen las armas. La rendición de Goded dio nuevos ánimos a la resistencia republicana en el resto de España. Lo ocurrido en Barcelona fue crucial para el posterior desarrollo de la guerra. La rebelión derechista había creado un fervor revolucionario de resistencia, los anarquistas de la CNT-FAI, que habían sido los principales responsables del fracaso de la sublevación en Barcelona se adueñaron de la ciudad, el gobierno catalán había perdido toda autoridad.

A pesar del triunfo de Barcelona, en Madrid ese 19 de julio la situación aún era incierta. El nuevo jefe de gobierno, el republicano José Giral, que había accedido al cargo tras la dimisión de Casares Quiroga, accedió finalmente a repartir armas entre los partidos de izquierda y los sindicatos. Los izquierdistas recibieron 65.000 fusiles pero sólo 5.000 de ellos tenían percutor los restantes estaban en el Cuartel de la Montaña, en el centro de Madrid, pero cuando el gobierno trató de apoderarse de ellos el coronel al mando del cuartel resistio e inició el alzamiento en Madrid. El general Joaquín Fanjul se puso al mando de las tropas sublevadas. Pronto se inició el asedio del cuartel por parte de los partidarios de la República. En el interior, Fanjul, confiaba en que se recibiera ayuda del exterior pero realmente estaba aislado y era imposible que llegara ningún refuerzo. Finalmente el 20 de julio la fortaleza fue bombardeada y la multitud penetró violentamente en el patio del cuartel . Murieron varios centenares de defensores y atacantes y los sublevados que se salvaron fueron enviados a la Cárcel Modelo, entre ellos estaba el general Fanjul, que sería poco después condenado y ejecutado por rebelión.

En el resto de España el 19 de julio se produjeron victorias y derrotas para la República. en Oviedo la ciudad parecía ganada para el gobierno pero el coronel Antonio Aranda convenció a los mineros para que abandonaran la ciudad en dirección a Madrid y por la tarde se declaró partidario de la rebelión. Pero todo el resto de Asturias era republicana y pronto se encontró aislado aunque pudo resistir a los mineros engañados. En Santander la ciudad se mantuvo tranquila y leal a la República. En el País Vasco, Alava fue ganada para los rebeldes con la misma facilidad con que Vizcaya y Guipúzcoa se ganaron para la República. En Navarra, centro de la conspiración, monárquicos tradicionalistas y jóvenes fascistas se unieron a las tropas rebeldes, así lo hizo también la Guardia Civil. En todas las ciudades conservadoras de Castilla la Vieja (hoy Castilla y León), la rebelión triunfó aunque en Valladolid los falangistas y tropas sublevadas tuvieron que superar la resistencia obrera. En Aragón, Zaragoza, el feudo anarquista por excelencia, fue ganado por un rápido golpe de mano para la sublevación. En el resto de Aragón, Huesca y Teruel fueron dominadas con la misma facilidad. Así ocurrió también en La Rioja. En Extremadura, Cáceres y su provincia fueron dominadas por la rebelión pero Badajoz, gracias a la lealtad de su guarnición, se mantuvo republicana. En Valencia, Murcia y toda Castilla la Nueva (hoy Castilla la Mancha) las unidades rebeldes vacilaron y pronto se vieron derrotadas por el ímpetu de los militares de izquierda que junto a policías leales aplastaron la rebelión. Sólo en Albacete se produjo un triunfo momentáneo de los sublevados al unírseles la Guardia Civil.

El 20 de julio, mientras Mallorca había sido asegurada para los rebeldes. Menorca se declaró republicana. En Galicia la lucha empezó también ese día. En La Coruña los trabajadores se encontraban desarmados y los militares no tardaron en ganarse la ciudad para el alzamiento. La Falange local, con su dirigente Manuel Hedilla al frente fue muy útil para el resultado final de la lucha.

El golpe militar, que pretendía dominar todo el territorio español no alcanzó la rápida victoria esperada. Los sindicatos y partidos políticos de izquierda resistieron, el golpe se convirtió en una guerra civil y la resistencia en una revolución. También ese 20 de julio se produjo un acontecimiento importante. El general Sanjurjo, conspirador de 1932, que debía ponerse al frente de las tropas sublevadas murió en un accidente aéreo cuando partía de su exilio de Lisboa. La muerte de Sanjurjo dejó un peligroso vacío en la dirección militar de los rebeldes. Las personas más destacadas de dicha dirección pasaron a ser Mola, Franco y Queipo de Llano.

El 21 de julio se podía ya trazar una línea aproximada que dividía las zonas donde había triunfado la rebelión de aquellas donde había fracasado. La rebelión fue derrotada en cinco de las siete principales ciudades de España. Las principales zonas industriales quedaron en poder de la República, pero las más vastas zonas agrícolas del país, apoyadas por campesinos conservadores, quedaron en manos de los rebeldes. La mitad del Ejército, casi toda la escuadra y dos tercios de las fuerzas aéreas españolas quedaron en poder de la República pero con los sublevados habían quedado las más numerosas y mejor entrenadas tropas del Ejército español, los 40.000 hombres que componían las tropas de regulares, moros y la Legión del Ejército de Africa. El no poseer la escuadra a pesar de ser un problema pronto se demostraría que era menos grave de lo pensado y el haber quedado con sólo un tercio de la aviación tampoco supuso problemas al estar formadas las fuerzas aéreas españolas por aparatos normalmente anticuados. Se habían creado dos Españas, la republicana del norte y una amplia zona del centro y este de España. Los sublevados controlaban zonas del noroeste, centro y sudoeste de España. Se iniciaba así el conflicto entre izquierda y derecha que durante casi tres años había de devastar al país en cruenta lucha fraticida.

La pérdida de Cataluña supuso para la República el aislamiento total de la frontera francesa y la pérdida de las industrias, materias primas y alimentos que aportaba al esfuerzo bélico republicano. En la zona aún controlada faltaba de todo y la inferioridad bélica era cada vez más clara. En Madrid el general Miaja, el brillante defensor de la ciudad durante 1936, había caído ya en el derrotismo y la desesperación. Entre los componentes de la Junta que presidía Miaja se encontraba el coronel Segismundo Casado, comandante en jefe del Ejército del Centro. Tras la caída de Cataluña Casado empezó a ver claro que la guerra ya estaba perdida y creía que el único impedimento para un tratado de paz honroso con los nacionales eran Negrín y sus principales valedores, los comunistas. Negrín ya había intentado a escondidas de los comunistas llegar a un acuerdo de paz con Franco pero éste siempre se había negado a una paz con condiciones. Casado no podía saber que Negrín buscaba la paz, pensaba que era un títere de las disposiciones de los comunistas y se dispuso a hacer algo para acabar con su poder.
Pronto encontró aliados a su búsqueda de una paz negociada. Por una parte de Julián Besteiro, el socialista con la línea más moderada del partido, hostil a los comunistas y al terror revolucionario. Por otra llegó a contactar con representantes del ejército como el anarquista Cipriano Mera, jefe del 4º Cuerpo de Ejército. A principios de febrero Casado ya había establecido contactos con agentes secretos nacionales en vistas a una posible negociación que sólo existía en su mente, aún no sabía que Franco sólo aceptaría la rendición incondicional. En el Madrid de febrero de 1939 la situación era cercana a la confusión. Los jefes militares parecían querer rendirse y sólo el PCE proseguía en sus consignas de resistencia a ultranza. El día 12 Negrín se entrevistó con Casado que le formuló toda una serie de peticiones que debían llevar a la negociación del fin de la guerra. Negrín le respondió que habrían contactos y que no dudaría en eliminar al PCE si fuera necesario, al mismo tiempo le anunció que sería ascendido a general.

Los comunistas de Madrid empezaron a preparse ante los rumores de una posible traición de los comandantes del Ejército Popular. Negrín trató de calmarles y les espetó a que resistieran cuanto pudieran argumentando que el estallido de la guerra mundial estaba cerca y que una vez iniciada ésta, las democracias acudirían en ayuda de la República. Pero sus palabras resultaban ambiguas sobre todo después de que decidiera trasladar la sede de su gobierno a la alicantina ciudad de Elda que ofrecía la posibilidad de un rápido abandono del país. También el PCE instaló su cuartel general en Elche, población cercana a la costa de Alicante. La situación en Madrid era realmente terrible lo que aumentaba los deseos de Casado de poner fin a una resistencia inútil. Pero seguía ciego a las posiciones de Franco que el 13 de febrero promulgó un decreto que condenaba a cárcel a cualquiera que hubiera resistido al Ejército desde el 1 de octubre de 1934 hasta el 18 de julio de 1936, y desde entonces al glorioso Movimiento nacional. Ello suponía otorgar penas incluso a aquellos que hubieran participado simplemente en el levantamiento asturiano de 1934. Los republicanos temían las represalias de sus enemigos, tal vez por ello se alargó la guerra ante la falta de garantías de seguridad personal. El 18 de febrero Franco declaró ante sus partidarios que no aceptaría una paz condicionada, ni siquiera si esta venía a propuesta de Francia o Gran Bretaña.

Finalmente el 26 de febrero de 1939 se produjo el triunfo de Franco en la esfera internacional. Franceses y británicos se avinieron a reconocer al gobierno nacional. Fue el último golpe que pudo soportar la República porque esto significaba que el gobierno de Juan Negrín había perdido todo su poder. El reconocimiento oficial de Francia y Gran Bretaña se produjo al día siguiente y dio pie a fuertes protestas en Francia y a acusaciones muy graves en el Parlamento británico a la labor del gobierno conservador de su primer ministro Neville Chamberlain. El diputado laborista Clement Atlee le condenó: "Vemos en esta acción una grave traición a la democracia, la consumación de dos años y medio de hipócritas ostentaciones de no intervención acompañadas de una connivencia constante con la agresión. Y este es sólo un paso más en el camino descendente del gobierno de Su Majestad que en cada nueva ocasión ya no vende, sino que regala los intereses permanentes de su país. No hace nada por conseguir la paz o por detener la guerra, sino que se limita a declarar al mundo entero que todo aquel que se decida a emplear la fuerza tendrá un amigo en el primer ministro británico". Pero ahora la mayor parte de los países restantes, excepto la URSS y México, siguieron los pasos de Gran Bretaña y Francia.

El 28 de febrero el presidente de la República Manuel Azaña dimitió. Diego Martínez Barrio en Francia le sucedió pero ya no tenía previsto regresar a España. El 2 de marzo en Elda Negrín trató de sobreponerse a toda esta sucesión de hechos pero en Madrid Casado seguía conspirando. El 5 de marzo culminaron los últimos preparativos para la conspiración. Los primeros acontecimientos sucedieron en la base naval de Cartagena. El reciente nombramiento del comunista Francisco Galán como jefe de la base fue el detonante de la revuelta. Muchos se oponían a este nombramiento y salieron a la calle a protestar. Entonces una 5ª columna de falangistas escondidos en la ciudad salieron a la calle y trataron de dominar la base. Para evitar la captura de la flota republicana en el puerto todos los buques salieron a alta mar. La falta de refuerzos puso a los partidarios de la rendición en una complicada posición, sobre todo cuando algunas unidades comunistas enviadas por el gobierno empezaron a sofocar el levantamiento. Pero la flota republicana ya no volvió a su base y se internó en el puerto francés de Bizerta donde quedó confinada. La República perdió así sus tres cruceros, ocho destructores y otras unidades menores.

En Madrid Casado creó un Consejo de Defensa con Julián Besteiro y una mezcla de socialistas, anarquistas y republicanos contrarios al dominio comunista. Este Consejo radió un mensaje la noche del 5 de marzo que hizo hincapié en la necesidad de negociar la paz. Negrín, que se encontraba en Elda, tuvo noticia de los hechos y pidió comunicación directa con Casado. La escena que se desarrolló por teléfono selló definitivamente la suerte de Negrín y de la República: "¿Que ocurre en Madrid, mi general?" preguntó Negrín. "Me he sublevado" respondió Casado. "¿Que se ha sublevado?, ¿contra quién?, ¿contra mí?". "Sí, contra usted y no soy ningún general, sólo un coronel que pretender cumplir con su deber". "Entonces, considérese usted relevado del mando" concluyó Negrín.

La sublevación del coronel Casado dejó a Negrín desconcertado, ya no se veía con fuerzas para tratar de prolongar la resistencia de una República totalmente dividida. La única alternativa era emplear la fuerza ordenando a las divisiones comunistas que defendían el frente de Madrid que realizaran un movimiento hacia el interior y se enfrentaran a los partidarios de Casado. De nuevo las divisiones políticas en el seno de la España republicana, como ya ocurriera en mayo de 1937 en Barcelona, eran motivo de una guerra civil en la retaguardia. Negrín trataba de evitar el conflicto pero los comunistas se habían quedado sólos en sus acciones. Negrín y los más importantes dirigentes del PCE dieron a España por perdida y decidieron no resistir al golpe de Casado a pesar de que los comunistas de Madrid empezaron una violenta lucha callejera con los "casadistas". El día 8 de marzo desde el aeropuerto de Monóvar, cercano a Elda, Negrín y los dirigentes del PCE abandonaron el país en avión.

En Madrid, las divisiones comunistas siguieron combatiendo, no querían creer que sus dirigentes les hubieran abandonado. La mayor parte del centro de Madrid ya lo habían controlado. A finales de ese día los comunistas tenían tan dominada la situación que podrían haber dictado sus condiciones. Pero abandonados a su suerte por sus dirigentes se quedaron sin saber que hacer. Por tanto a partir del 11 de marzo los comunistas empezaron a quedar aislados y muchos de sus componentes se pasaron a las filas de Casado. Así concluyó esa guerra civil surgida dentro de la guerra civil que arrojó un balance de unos 250 muertos y 560 heridos. Los comunistas volvieron a sus posiciones del frente que ocupaban el 2 de marzo a cambio de que no hubieran represalias.

Una vez con el poder en sus manos, el Consejo de Defensa reanudó sus negociaciones con Burgos. Franco siguió ofreciendo las mismas perspectivas. Rendición incondicional de los cinco ejércitos republicanos de Levante, Extremadura, Andalucía y Madrid. A partir del 19 de marzo aceptó entablar negociaciones. El 23 marzo representantes de Casado llegaron a Burgos y allí se les comunicó las condiciones del acuerdo de rendición. En dos días la aviación republicana debería entregarse, el 27 habría un alto el fuego en todos los frentes, los jefes militares alzarían la bandera blanca y depondrían las armas. Los representantes de Casado trataron de obtener algo más de tiempo, alrededor de 25 días para cumplir estas exigencias, pero obtuvieron una negativa por respuesta. Así terminó el malogrado intento de Casado de conseguir una paz más honrosa de la que hubiera obtenido jamás Negrín. Había subestimado los odios que la guerra civil había generado y que le habían llevado a pensar que la paz podría firmarse en un tono reconciliador. Pero la venganza era lo único que Franco había tenido desde el principio en mente.

Si la República hubiera resistido dos semanas más al golpe de Casado su situación internacional podría haberse modificado. El 15 de marzo de 1939 Hitler invadió definitivamente Checoslovaquia ignorando los acuerdos de Munich firmados con Gran Bretaña y Francia en septiembre de 1938. El primer ministro británico Neville Chamberlain ofreció a Polonia garantías de que una acción alemana en su país llevaría a un estado bélico. La opción podría haberse hecho aplicable a la República española pero este gobierno ya sólo existía nominalmente y a partir de ahora las democracias europeas debían tratar con la España de Franco.

El 27 de marzo de 1939 Franco dio orden a sus ejércitos que iniciaran la ofensiva por la victoria. Ante el hecho consumado Casado sólo pudo ordenar que sus fuerzas izaran la bandera blanca al paso de las tropas nacionales. A lo largo de ese día fueron capturados 2.000 kms. cuadrados de terreno y 30.000 prisioneros. La autodesmovilización del ejército republicano fue automática, los soldados abandonaron sus posiciones y equipo y volvieron a sus casas. Desde Sierra Morena cayó Pozoblanco, desde Toledo se avanzó hacia el Mediterráneo y desde Extremadura hacia Ciudad Real. El Ejército del Centro se había desintegrado. El 28 de marzo se avanzó sobre Guadalajara por el norte y el sur y después los frentes que defendían Madrid quedaron abiertos. A mediodía el 1º Ejército nacional entró en Madrid y ocupó los edificios gubernamentales sin resistencia. Allí encontraron a Julián Besteiro, el socialista más visible de la Junta de Defensa, que se había negado a abandonar Madrid y que fue inmediatamente encarcelado. Moriría sólo un año más tarde en la prisión de Carmona. El coronel Casado por contra abandonó la capital y se dirigió a Valencia. Ya sabía que Franco no guardaba ninguna clemencia con los vencidos. Allí trató de obtener la ayuda de buques británicos ante la tragedia que se avecinaba.

Las ciudades costeras de la zona mediterránea republicana se convirtieron en las líneas de salida de todos los refugiados que huían de las represalias. Se necesitaban barcos para evacuar a alrededor de 50.000 republicanos que querían abandonar el país por localidades como Valencia, Alicante, Gandía, Cartagena y Almería. Pero no encontraron la colaboración necesaria de los británicos, la pérdida de la flota republicana en los hechos de Cartagena, que podía haber ayudado con sus buques a la evacuación, era ahora una cruel ironía del destino.

El 29 de marzo cayeron Cuenca, Ciudad Real, Albacete, Jaén y Almería en manos nacionales. En Valencia recibió la visita de los quintacolumnistas que le exigieron que les entregara el control de la ciudad a lo que no se opuso permitiéndosele abandonar la capital valenciana y trasladarse a Gandía donde embarcó en un buque británico rumbo al exilio. Valencia cayó definitivamente al día siguiente. Ese día, 30 de marzo, se produjo la última tragedia para los refugiados republicanos que se agolpaban en los puertos mediterráneos. En el puerto de Alicante el último barco en salir de allí con 2.638 refugiados fue el británico "Stanbrook". Atrás quedaban en el puerto unos 20.000 republicanos que esperaron en vano otros barcos. A media tarde los italianos encuadrados en el ejército nacional llegaron a Alicante y tomaron todas las alturas que rodeaban la ciudad. Todos los republicanos que no pudieron embarcar fueron detenidos al día siguiente y llevados a campos de concentración creados al efecto como los que se hicieron tristemente famosos en Albatera y Formentera del Segura. El 31 de marzo a media tarde cayeron las últimas localidades republicanas, Murcia y Cartagena. El 1 de abril de 1939 se produjo el último parte militar, la guerra civil española había terminado. muchos. Sus efectos perdurarían durante años en la sociedad española y aún hoy en día la polémica de la guerra civil sigue abierta.

Conclusión

En 1936 el General Franco y el ejército atacaron al gobierno constitucional de la Segunda República. La guerra duró tres años y en ella se perdieron más de 500,000 vidas españolas. Ganaron las fuerzas nacionalistas, apoyadas por los gobiernos fascistas de Alemania y de Italia. La facción derrotada, la republicana, representaba las tendencias liberales y había juntado varias ideologías políticas de izquierdas: socialistas, comunistas, anarquistas y marxistas.

En 1939, Franco tomó posesión en Burgos del gobierno de la nación española. Fue nombrado Jefe del Estado y generalísimo de los Ejércitos. Su posición quedó consolidada tras la unificación de los falangistas un grupo político totalitario de la derecha y tradicionalistas o carlistas, los que apoyaban a Don Carlos, el hermano del rey Fernando. También contó con el apoyo de la Iglesia.

A partir de entonces, el dictador Francisco Franco implantó en España un régimen antiliberal y corporativo. Llegó a ser “el caudillo de España” por medio de la jefatura militar. Durante los años de su gobierno, suprimió las libertades democráticas y los derechos políticos y sindicales. Prohibió los partidos políticos y los sindicatos no oficiales y, por medio de una temida Guardia Civil, mantuvo una estricta censura y vigilancia del país.

En los años que siguieron a su victoria militar, España sufrió terribles condiciones económicas debidas en parte a la crisis económica mundial pero también a la disminución de recursos en la guerra.

El estado franquista duró treinta y siete años. Franco fue el más poderoso gobernante que tuvo España desde Felipe II. Cuando Franco murió en 1975, murió también el franquismo y la dictadura dando paso a un nuevo gobierno democrático.

La principal consecuencia de la Guerra Civil Española fue la gran cantidad de pérdidas humanas (casi un millón), no todas atribuibles a las acciones propiamente bélicas y sí muchas de ellas relacionadas con la violenta represión ejercida o consentida por ambos bandos, entre las que se pueden incluir las muertes producidas por los bombardeos sobre las poblaciones civiles.

En el aspecto político, el resultado fue el brusco cambio de un gobierno emanado de las urnas electorales a otro surgido de las armas; es decir, el final de la
democracia para dar paso a una férrea dictadura que se prolongaría hasta la muerte de Franco en 1975.
Las principales consecuencias en el plano económico fueron: pérdida de reservas materiales y financieras, disminución de la población activa, destrucción de infra
estructura, disminución de la pproducción y reducción en el nivel de ingresos .La mayoría de la población española padeció durante la contienda y por las siguientes dos décadas, los efectos del racionamiento y la privatización de bienes de consumo.

El Plan Marshall, que después de la Segunda Guerra Mundial ayudó en la recuperación económica de otros países europeos, no se hizo extensivo a España debido a que el régimen franquista debía su triunfo a la ayuda nazi—fascista. La Guerra Civil Española, con todas sus brutales implicaciones para la población y el desarrollo político y económico del país, parecía constituir el preámbulo de la nueva guerra total que amenazaba al mundo entero, un conflicto que colocaba a las naciones occidentales en la disyuntiva entre el terror rojo y la amenaza fascista, una guerra cuyo desarrollo y desenlace final, fundamentarían los cimientos de la etapa histórica que hoy llamamos "mundo actual".

BIBLIOGRAFIA

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ERIC HOBSBAWM, “Historia del siglo XX” Editorial Critica Buenos Aires 2008.