domingo, noviembre 15, 2009

BOLIVIA SU REALIDAD


PAIS RICO PAIS POBRE

Por: Ricardo Armando Gonzalez Saavedra

LA DIVISION REGIONAL Y ETNICA QUE PROLONGA EL SUBDESARROLLO DE BOLIVIA

De la altura al llano, del indio al camba, del mineral al gas

Evo Morales actual presidente de Bolivia ganó las elecciones presidenciales en diciembre de 2005 con más de la mitad de los votos, y hoy retiene una imagen positiva que ronda el 60 %. En su cruzada nacionalizadora y reformista recibe el apoyo tanto de los sectores de izquierda intelectual como de los campesinos e indígenas que pueblan Bolivia, ansiosos estos últimos de revertir siglos de sometimiento y explotación.

Pero en los departamentos más ricos (equivalentes a las provincias argentinas) los mismos donde el poder sigue en manos de la elite blanca que ha descubierto una reciente vocación autonómica, pocos simpatizan con las propuestas indigenistas del presidente. En el rico y “blanco” departamento de Santa Cruz, la imagen positiva de Evo Morales cae por debajo del 40 por ciento. Algo similar pasa en el departamento de Tarija, donde se encuentran buena parte de las reservas de gas y petróleo de Bolivia el país mas pobre del Cono Sur, donde a mitad del siglo XX el tributo indígena seguía siendo una de las principales fuentes de ingreso del Estado.

Las elecciones adelantadas de diciembre de 2005 fueron la culminación de la crisis política, económica e institucional que en Bolivia tomó el nombre de la Guerra del Gas. El conflicto comenzó cuando se hizo público que el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada tenia la intención de exportar gas hacia Estados Unidos a través de un puerto chileno, intención que genero enojo popular, ya que fue justamente Chile que privó a Bolivia de su salida al mar fruto de la Guerra del Pacífico en 1879-1883. La percepción general en Bolivia sobre todo entre las clases bajas, indigenistas y los intelectuales nacionalistas, era que, así como había ocurrido con la plata desde la época de la colonia y con el estaño en el siglo XX, otra riqueza natural del subsuelo boliviano estaba siendo vaciada sin mejorar el estilo de vida local. La situación rápidamente evolucionó en protestas indígenas y sindicales, que reclamaban “gas para los bolivianos” y la nacionalización de los recursos gasíferos. Lo cierto era que, a pesar de estar sentados sobre enormes reservas de hidrocarburos, menos del 5 por ciento del país tenía tendido de redes de gas natural en sus hogares. Pero mas que eso irritaba a las masas bolivianas que, en los contratos con las petroleras, la parte del león quedaba en las arcas de las multinacionales.

La crisis concluyó con movilizaciones masivas a La Paz y otros departamentos, un mínimo de 50 muertos y la renuncia, primero, de Sánchez de Lozada, y después, de su vicepresidente Carlos Mesa.

Para explicar lo que permitió que las fuerzas indígenas lograran impedir que las multinacionales continuaran explotando los recursos naturales, es necesario comprender la fuerza ancestral de la lucha de los de abajo. Hay que remontarse a fines del siglo XVIII, cuando Julián Apaza (Tupac Katari) sublevó a las comunidades aymaras en consonancia con el levantamiento quechua liderado por Tupac Amaru. En febrero de 1781 comenzó una rebelión que cercó a la ciudad de Cuquiago, actual La Paz. Durante siete meses más de 40 mil indígenas sostuvieron el cerco a la ciudadela imperialista. Tupac Katari y su esposa, Bartolina Sisa, también combatiente del ejército de liberación aymara, fueron capturados y asesinados: él por descuartizamiento y ella por ahorcamiento tras la tortura. La victoria española de entonces fue sólo el prólogo de su derrota final en 1825. (De Mnristas a A Kataristas a Katari) Xavier Albo, CIPCA; La Paz.

Ya por entonces la reivindicación del ayllu forma comunitaria de organización social indígena en toda la región mostraba la capacidad de poner en pie de combate a bravos ejércitos de oprimidos. Es posible que la derecha boliviana no tuviera exacta noción de sus actos cuando en marzo de 2004 aceptó como mero gesto concesivo, la declaración de héroe y heroína nacionales a Julián Apaza y Bartolina Sisa, otorgada por el Congreso a propuesta de un senador del MAS.

Dos siglos después Bolivia vivió una genuina revolución contemporánea. El indio transmutado en obrero minero empuño en 1952 su herramienta de trabajo (cartuchos de dinamita) y destruyo el andamiaje político de entonces. Empujado por esa fuerza organizada y politizada como ningún otro movimiento proletario en América Latina, el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario encabezado por Víctor Paz Estenssoro se vio arrastrado a nacionalizar las minas de estaño, reemplazar las fuerzas armadas por milicias populares e iniciar la reforma agraria. Por segunda vez las masas indígenas y populares habían logrado la unidad tras un objetivo político. Y como inexorablemente ocurre en tales circunstancias, la sociedad sufrió un vuelco fundamental.

En 1952 Bolivia había llegado a un punto de no retorno. Las ideas liberales acuñadas a fines del siglo pasado habían dado de si todo lo que podían dar. El país había experimentado un modelo con sus virtudes y defectos pero la receta estaba agotada.

El pasado 10 de agosto de 2008, el 67,41% de los bolivianos aprobó la continuidad en el poder del presidente indigenista Evo Morales en un referéndum revocatorio imaginado para remover pacíficamente los obstáculos a las reformas que impulsaba el gobierno central. Éste enfrentaba sin embargo la resistencia de una oposición fuertemente regionalizada. Legitimados a su vez en sus departamentos, los prefectos del oriente del país (Santa Cruz de la Sierra, Beni y Pando) redoblaron la apuesta por una autonomía del poder central que se asemeja a una virtual independencia, rechazando el diálogo con el Presidente.

Desde su nacimiento republicano, en 1825, Bolivia ha enfrentado el problema de su identidad: es un país de dominancia andina o bien una construcción territorial transregional que suelda artificialmente regiones de medios físicos muy diversificados, como poblaciones que presentan una profunda heterogeneidad.

La república de Bolivia tiene una superficie de 1`098.581 Km2, su configuración física esta formada por cinco grandes regiones: Valles, Amazonía, Oriente, Chaco y Altiplano. La región oriental (el este) esta formada por los llanos del amazonas y los contrafuertes de las zonas altas del Brasil, la zona del chaco al sureste. Y por ultimo la región occidental (el oeste) esta conformada por la cordillera de los andes y el altiplano. Fuente: pagina web de la embajada de Bolivia en Argentina

El país casi duplico su población en cincuenta años. De 1,8 millones paso a 3.019.031 habitantes. La población urbana creció, pero Bolivia siguió siendo eminentemente rural. Si en 1900 vivía en el campo casi el 90 % de los bolivianos, en 1950 el porcentaje de su población rural era del 66% contra un 33% de población urbana. Sin duda el crecimiento mas importante lo vivió La Paz que paso de 60.000 en 1900 a 321.073 en 1950; un aumento de casi seis veces, el mayor que haya tenido la sede de gobierno en toda su historia. En cambio las otras ciudades importantes crecieron en una proporción menor. La segunda fue Cochabamba con 80.795 hab. (Cuatro veces mas que en 1900). Oruro con 63000 (tres veces mas que en 1900). Potosí con 47.000(duplico su pob. Con respecto a 1900) y Santa Cruz con 42.700 (algo mas del doble que en 1900. A pesar de esta dinámica geográfica pasarían cuatro décadas para que la población urbana supere a la rural. Coherente con esta realidad el 70.5 % de los bolivianos se dedicaba a la agricultura y apenas un 8% a la industria; de este último porcentaje algo mas de la mitad eran mineros. Fuente: CELADE : Boletín demográfico, Año XXI, Nº 41, Enero 1898, Pág. 37.

Desde el punto de vista social, el indio dependía totalmente del hacendado, cultivaba una pequeña parcela a cambio de un magro salario y su estado era lamentable. Hasta 1945 se mantuvo el pongueaje (un sistema de semiesclavitud que obligaba a trabajos no remunerados del colono, generalmente en la ciudad a favor del propietario de la hacienda.) Meza Gisbert, Historia de Bolivia edit. Don Bosco 2003. El alto, La Paz Bolivia.

Actualmente bajo la iniciativa del gobierno de Evo Morales, con el aumento de los ingresos por hidrocarburos (procedentes del Oriente de Bolivia) se realizaron planes de mejoramiento de condiciones sociales de los sectores más bajos. La “Renta Dignidad” dota con 200 bolivianos (alrededor de 30 dólares) mensuales a todos los bolivianos de más de 60 años. El salario mínimo pegó un salto hasta los 575 bolivianos (83 dólares) - aunque sigue siendo insuficiente-. Una asignación destinada a las familias, el bono “Juancito Pinto”, otorga una ayuda para la escolarización de los niños. Es algo que irrita a los grandes propietarios del este del país, puesto que los fondos que se emplean en estos subsidios proceden de derechos sobre los hidrocarburos que los departamentos de la media luna debían percibir, además se han distribuido tierras a los campesinos. Estos son entre otros, factores que enfrentan a la región altiplànica otrora rica en minerales y pilar de la economía boliviana con la región de los llanos orientales hoy rica en petróleo y gas

Veamos las particularidades de las dos regiones en conflicto: a) El altiplano. Es una inmensa y alta meseta acorralada contra el cielo, a cuatro mil metros de altura. El sol, una bola de fuego que quema la piel. La sombra, glacial como la noche. ¿Y la noche? diez grados bajo cero, en chozas que nada puede calentar. No hay leña en el altiplano. Sólo el furioso ulular del viento contra los techos.

Algunos caseríos, algunas parcelas cultivadas, algunas praderas. Enfundados en gruesos pulóveres, los indígenas con sus gorros, las indígenas con sus sombreros. Durante mucho tiempo, a pie y doblados bajo enormes cargas, las manos vacías, tristes, silenciosos, destruidos, han sufrido la ley de los más fuertes. Con cierta regularidad, el fuego de formidables explosiones sociales los ha devuelto a la memoria de los más poderosos. Aquí en el Altiplano sobreviven algunos aymaras, gracias al cultivo de papas y a la cría de llamas y alpacas. El ganado muere cuando no llueve. Los seres humanos huyen de este lugar que fue el sostén minero de la república. En este altiplano se habían cimentado las bases en los años 1830-1850 de lo que sería la gran minería boliviana. Débiles y vacilantes durante ese período, con las familias Arce, Pacheco y Aramayo que detentaban la Compañía Huanchaca, La Guadalupe (Chichas) y el Real Socavón respectivamente, explotadoras de estaño, entraron en una segunda fase: la de ordenar adecuadamente sus operaciones e intentar por primera vez una racionalización de los trabajos mineros que fueron adecuadamente sistematizados con la esperanza de futuras ampliaciones al recibir capitales extranjeros, que, en la década de los 60 y a partir del gobierno del presidente José Maria Linares (1857-1861) incluían bombas de desagote de agua que inundaban los socavones y que habían sido la falta más grande e imposible de solucionar en el período de la explotación minera virreinal.

El estaño, clave económica

El agotamiento de los yacimientos estañíferos de Europa y la demanda de la industria norteamericana y europea que contaba con el estaño como un elemento ideal para aleaciones (hojalata, papel metálico, conservas, etc.), fueron los activadores del auge minero boliviano en el período 1900-1940.

El 31 de octubre de 1952 Víctor Paz Estenssoro (cuatro veces presidente de Bolivia) líder del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y al frente de la revolución de ese año, firmó el decreto de nacionalización de las minas en el campo de María Bartola en Catavi (Potosí). Uno de los postulados de la revolución había sido la eliminación del llamado súper estado minero. Entre abril y octubre de 1952 trabajó una comisión para estudiar las medidas a tomarse. Las presiones populares, canalizadas por la COB,(Central Obrera Boliviana), definieron algunas dudas. El decreto se firmó contando con el control obrero; una medida política sin precedentes en el continente, que demostraba fehacientemente la importancia capital del poder sindical, cuya fuerza se mostró nítidamente en los doce años de gobierno del MNR.( Movimiento Nacionalista Revolucionario).

La nacionalización revertía al estado todos los bienes (yacimientos e instalaciones) de las tres grandes empresas mineras de propiedad de: Simón Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos V. Aramayo. Los tres grandes grupos conocidos como los barones del estaño, controlaron la economía boliviana hasta la nacionalización de las minas (1952). Su influencia sobre liberales y republicanos fue decisiva y forzó las políticas de gobierno en favor de sus intereses. Debe destacarse también el hecho de que los empresarios mineros bolivianos, en el ámbito de la economía abierta y en igualdad de condiciones de competencia, lograron controlar las minas y derrotaron a sus competidores extranjeros, (chilenos y europeos), lo que marca una dinámica económica y una visión de empresa sin antecedentes en la era de la plata ni sucesores en la nueva burguesía posrevolucionaria.

Simón Patiño es, sin ninguna duda, una de las figuras centrales de la historia minera boliviana, a su alrededor se teje buena parte del siglo XX en el país y se establece el destino de cientos de miles de trabajadores bolivianos, nació en 1860 en Santibáñez (Cochabamba). Comenzó a trabajar en 1883 como dependiente en una casa comercial de Cochabamba. En 1894 trabajo en Oruro en la casa comercial Fricke. En 1895 se asoció con Juan Oporto quien tenía la concesión de la mina La Salvadora. La mina ubicada en el corazón del cerro Llallagua en el departamento de Potosí, que resultó ser la reserva estañífera de alta ley más grande del mundo. En 1900 descubrió la veta que lo haría rico. Se estableció en Oruro. En 1906 creó el banco Mercantil. Hacia 1910 su fortuna se consolidó y la modernización y mecanización de sus minas fue vertiginosa. Sus propiedades mineras se expandieron, consolidando el complejo minero más importante del país. (Llallagua-Catavi-Siglo XX, Uncía, Huanuni, las más importantes). En 1924 compró la totalidad de Llallagua a los accionistas chilenos. La Patiño Mines se valoraba ese año en 50 millones de dólares. Patiño radicó en Europa (París) y Estados Unidos. Sus intereses económicos se transnacionalizaron, la sede legal de su empresa estaba en EE.UU. Adquirió la fundidora de estaño inglesa Williams Harvey, además de otra en EE.UU y Alemania. Adquirió minas en Malasia y propiedades mineras en Asia, África y Oceanía, Hasta controlar buena parte del mercado mundial de estaño. En los años cuarenta se hallaba entre los hombres más ricos del mundo. El 20 de abril de 1947 murió en Buenos Aires a los 86 años. Fue enterrado en Cochabamba. Fuente: Edmundo Gumucio”Historia de la minería boliviana” Edit El cóndor 1987 La Paz, Bolivia.

El surgimiento del estaño fue providencial para la economía boliviana que vivía al finalizar el siglo XIX el desplome de la plata. El descubrimiento de una gran veta en la mina “La Salvadora” propiedad de Patiño en 1900 simboliza el cambio. El ámbito geográfico de la riqueza minera boliviana, distribuido fundamentalmente en los departamentos de Potosí y Oruro no cambió desde el inicio de la explotación colonial. El estaño no marcó la diferencia, los grandes yacimientos se ubicaron en la misma zona y más de una vez en las mismas minas en las que se había explotado plata, ya que es frecuente la presencia de ambos minerales, siendo inicialmente el estaño un subproducto de la plata. Esta circunstancia facilitó muchísimo el tránsito de un tipo de explotación a otro y no requirió al comienzo de ninguna inversión especial. Los exportadores contaban además con una infraestructura ferroviaria que los liberales ampliaron en su período, permitiendo la salida eficiente del mineral por la vía de Antofagasta primero y Arica después. Esto hizo que en menos de una década el estaño se convirtiese en un verdadero “boom” económico con el consecuente desplazamiento de unos empresarios por otros. En la era estañífera los yacimientos más grandes se encontraban más próximos a Oruro que a Potosí. Oruro se convirtió por esta razón en una ciudad próspera, sede de las más importantes empresas mineras, punto de abastecimiento de los centros mineros, sede de bancos y centro ferroviario del país.

El proceso de modernización industrial de la minería fue el más importante desde los grandes ingenios españoles del siglo XVI y XVII. La revolución tecnológica de los sistemas de extracción y tratamiento básico se hizo sobre todo hasta 1930, aunque Patiño prefirió comprar las empresas de fundición europeas y norteamericanas en lugar de instalar una fundición en Bolivia, ratificando su vocación empresarial por encima del interés de Bolivia de procesar minerales y darles valor agregado.

La producción estañífera de concentrados pasó de 16.000 toneladas en 1900 a 48.000 en 1920 (10.000 y 29.000 respectivamente de estaño fino en el mismo período). Muy pronto Bolivia se convirtió en el segundo productor mundial de estaño después de Malasia, puesto que ocupó hasta la década de los años setenta. Salvo el período 1915-1916 que registró fuerte caída como consecuencia de la guerra, el precio internacional fluctuó entre las 120 y las 250 libras esterlinas por tonelada en el período 1900-1920. (Fuente ministerio de minería y metalurgia de Bolivia boletín informativo n· 22 Mayo 1987.)

¿En qué benefició esta alza de precios al crecimiento del país? En escala muy pequeña, dado el mínimo impuesto que cobraba el gobierno sobre las exportaciones: el 3%. Cuando en 1916 Bolivia exportó más de 100 millones de B$., el erario recibió sólo 3 millones en concepto de impuestos. La minería representaba sólo un 17 % de los ingresos del erario. La desproporción de beneficios en la relación estado-empresarios es uno de los factores más cuestionados del sistema de libre empresa para países de escaso desarrollo.

Además de estaño, el país producía en esos años plata, wolfram, bismuto y cobre que completaban la cuota exportadora de minerales ampliamente dominada por el estaño. En medio de ese auge, las tres grandes empresas no eran las únicas, había un sector que puede denominarse de mineros medianos y miles de mineros chicos que producían un pequeño segmento del total. Entre 1910 y 1920 el número de trabajadores relacionados a la minería paso de 13.000 a 22.000.

Para la administración de las minas del estado se creó la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) que comenzó su gestión con graves desventajas, escaso capital de operación y sobre todo maquinaria ya obsoleta y muchas vetas en franco descenso de producción o simplemente agotadas. La consecuencia lógica fue un altísimo costo de producción que hacía poco competitiva la exportación estañífera boliviana.

La administración directa de las minas del altiplano permitió que importantes recursos se dedicaran a actividades de diversificación económica, muy especialmente para el desarrollo de la agropecuaria y la agroindustria en los llanos orientales (hoy llamados media luna) y a la capitalización de YPFB, lo que potenció a la empresa del petróleo haciéndola rentable y exportadora.

La consecuencia fundamental de la nacionalización fue la de haber transformado el funcionamiento del país al trasladarse el control de la economía de manos privadas a manos del estado (en 1952 las minas equivalían a más del 80% de los ingresos totales de la nación).

Los sucesivos golpes de estado, la inestabilidad económica producto de las políticas ligadas a una gran dependencia de Estados Unidos y el adelanto tecnológico en especial en química, que descubrió reemplazos para el estaño en la industria automotriz debilitaron en gran forma a la región del altiplano que era fuente principal de recursos para los departamentos de Beni, Pando y Santa Cruz de la Sierra.

La caída del precio del estaño producto del control de precio por parte de los Estado Unidos que había acumulado grandes reservas a un precio muy bajo y amenazaba con lanzarlas al mercado a un precio menor, cambiaron el factor de poder económico del altiplano donde estaban radicadas las minas hacia el oriente rico en gas y petróleo:

b) La región Oriental o media luna boliviana, la región en conflicto con el altiplano:

Desde fines de 2003, en Bolivia ha aparecido una nueva visión que recompone el concepto de oriente, la de la media luna. Esta reivindica un territorio que forma una media luna, por lo menos cartográfica, visión acompañada de una prolífica literatura, tanto periodística, como en forma de artículos de prensa y comunicados.

Al viejo corte geográfico existente entre Altiplano y tierras bajas o llanos, desde unas décadas se sobrepone una nueva fuente de divorcio, la del estatuto de la explotación de las nuevas riquezas en hidrocarburos, de la repartición de estas riquezas y de su utilización por una política nacional de desarrollo. Así, vuelve a la escena un antiguo debate cargado de contiendas y jamás verdaderamente arbitrado, entre la Bolivia interior o andina, y la Bolivia exterior o del Oriente, aquella que hace poco ha tomado como referencia el nombre de media luna. Una serie de problemáticas derivan de esta división, sea artificial o real, a gusto de los protagonistas, que lleva a interrogarse sobre la naturaleza y la realidad de este nuevo concepto de media luna.

El concepto de Oriente en la historia boliviana

En 1825, para los nuevos dirigentes del país, Bolivia era la Audiencia de Charcas, es decir la cobertura de una vasta empresa territorial, pero confusa, porque no estaba delimitada por falta de exploración y de población, que se extendía al norte hasta el río Purus, tenia una extensión sobre el río Madera, una frontera común e histórica con el Brasil, siguiendo el río Itenez (o Guaporé para el Brasil) y se enlazaba luego con el río Paraguay y reivindicaba el Chaco, virgen de toda ocupación hasta Asunción. Al sur la provincia de Tarija, anexada por la administración colonial al norte argentino, provincia de Salta, y que después de un referéndum, llegaría al seno boliviano. Disponía de una costa marítima con el puerto de Cobija, en pleno desierto de Atacama.

Esta Bolivia exterior presentaba por tanto, todos los caracteres de una apuesta geográfica que aglomeraba territorios extremadamente heterogéneos, casi despoblados en el oriente, que quedaba para explorar y administrar, y una soberanía que debía ser reconocida por los países vecinos.

En 1900, el Oriente boliviano estaba dividido en dos departamentos, Santa Cruz y Beni, y un territorio llamado de las Colonias del N. O., que comprendía el Acre. La superficie de este vasto conjunto era propiamente desmesurada, alcanzaba a 1.128. 514 km2.

La población del Oriente era entonces irrisoria, con 209. 593 habitantes para el departamento de Santa Cruz, 25. 680 para el del Beni y 7. 228 para el Territorio de las Colonias, lo que daba un total de 241 500 personas censadas, o sea una densidad de 0,20 por km2. (Meza Gisbert, Historia de Bolivia edit. Don Bosco 2003. El alto, la Paz Bolivia)

Regionalmente, se trata de un conglomerado de territorios de bosques y sabanas, aun de estepas con el Chaco que presenta fuertes variaciones entre Pando, el Beni y Santa Cruz, como al interior mismo de estos grandes departamentos, mientras que Tarija, aunque unida por las necesidades de la causa oriental a este conjunto, forma otra excepción geográfica.

La población del “oriente”, presenta una división que desde una veintena de años, se ha manifestado claramente entre la población denominada "karayana" de origen mestizo española, y la llamada indígena, por cierto en parte mestiza, que presenta un fondo cultural e histórico diferente, es portadora de fuertes reivindicaciones que exigen la restitución de sus derechos agrarios básicos y la legitimación de sus aspiraciones culturales. La reivindicación guaraní de un departamento autónomo del Chaco, donde probablemente existe una parte de manipulación interesada, genera, un malestar profundo en esta región.

A este antiguo fondo "Camba", para retomar la expresión actualmente en boga, se ha incorporado desde hace aproximadamente cincuenta años, una importante población migrante de origen andino que se ha vuelto probablemente mayoritaria en la ciudad de Santa Cruz y en algunas ciudades secundarias. ¿esta población andina adhiere a las tesis de los ultra regionalistas que sueñan con separarse de los Collas del Altiplano? Es una presunción extremadamente dudosa a pesar de la existencia de un proceso de integración a la realidad camba.

Existen también litigios regionales ligados a grandes famillas rivales, a las actividades económicas y a los límites departamentales, por ejemplo el litigio existente entre los departamentos de Cochabamba y el Beni, a propósito de las tierras ricas en hidrocarburos; igualmente entre Chuquisaca y Santa Cruz, la partición territorial impuesta del Chaco en 1904, ha dejado secuelas reavivadas actualmente por la eventual explotación del gas.

Las reivindicaciones en curso de millones de hectáreas por las comunidades indígenas originarias (20 millones de hectáreas para el conjunto del país, cuya mayoría se encuentra en el oriente) malogran la omnipotencia tanto económica como política de lo que se llama en oriente “el agropoder” ejercido por algunos centenares de familias antiguas, que se oponen a unos indispensables impuestos rurales significativos para paliar necesidades urgentes de la clase social mas desprotegida del país.

Todas estas observaciones indican que el concepto de media luna está muy enredado en su realidad intrínseca, porque detrás de una unidad aparente, reivindicada por una élite urbana y administrativa local, afloran fuertes distorsiones socio-económicas y culturales, como divergencias de fondo entre los grandes actores económicos de la agroindustria o del sector energético. En caso de autonomía o aun de independencia de la media luna, Tarija, que de aquí a algunos años dispondrá de lo esencial de los ingresos del maná de los hidrocarburos ¿está lista para compartirlos con sus hermanos de los otros departamentos menos favorecidos o pobres? Porque la verdadera realidad económica futura está allí: la riqueza en hidrocarburos hoy está localizada en ese departamento. El advenimiento de Evo Morales ha tornado la situación a un dinamismo no conocido en Bolivia, las reivindicaciones de la clase mas sumergida tienen ahora una oportunidad histórica. En el marco del MAS el gobierno ha lanzado medidas resistidas por los grupos sociales dominantes por que ven sus intereses en peligro.

En ocasión de la convocatoria a la Asamblea Constituyente, una reivindicación indígena destinada a cambiar los fundamentos de la sociedad, el MAS se puso de acuerdo con Poder Democrático y Social (Podemos), el partido del ex presidente de derecha Jorge Quiroga. Actuando como una instancia pre-constituyente, la Asamblea Nacional decidió que la nueva Constitución Política del Estado (CPE) debería ser votada por una “mayoría de dos tercios” en la Asamblea Constituyente, antes de ser sometida a referéndum. Una mezcla de angelismo democrático, de falta de experiencia y de fe. Todavía en su nube victoriosa, el poder se sentía ampliamente mayoritario. Y lo es. Pero, con ciento treinta y tres de los doscientos cincuenta y cinco asambleístas electos, nunca podría alcanzar los dos tercios imprudentemente aceptados en nombre de un hipotético “consenso”. Lo que permitió a la derecha bloquear todo.

Para impedir que se reuniera, la oposición boicoteó sistemáticamente la Constituyente. Aunque se suponía que debía elaborar la nueva Constitución en un año, a la Asamblea le llevó ocho meses… redactar su reglamento interno. Cuando el plazo establecido expiró, su mandato debió ser prolongado. Al término de un nuevo acuerdo entre el MAS y Podemos, la Asamblea Nacional aceptó esa prolongación y estipuló que la CPE podria ser aprobada por “mayoría simple” e incluir un referéndum para dirimir los temas en conflicto. El abogado Jorge Antonio Adum, presidente de la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales dio saltos retrospectivos: “El Poder Legislativo no puede reaparecer y, cuando la Constituyente está en actividad, modificar las reglas de juego. Es anticonstitucional, eso ya no está entre sus atribuciones”. El argumento no deja de ser pertinente. Sin embargo, las nuevas reglas están dictadas por una ley de la República, con la participación de la oposición.

En Sucre, donde sesiono la Constituyente (y también en Santa Cruz), la nueva situación genero luchas, provocaciones y manifestaciones. Impedidos de proseguir con su trabajo por los Comités Cívicos, el 23 de noviembre de 2007 los representantes pertenecientes a la mayoría se refugiaron en un liceo militar. En la calle, las escaramuzas entre las fuerzas del orden y los opositores produjeron tres muertos en las filas de estos últimos. Finalmente fue en Oruro donde, el proyecto de Constitución fue votado por más de dos tercios de los presentes, los masistas y sus aliados. La realización del acto fuera de plazo de convocatoria provocó la ausencia de la oposición.

Al optar imponerse por la fuerza, el MAS permitió que una derecha con antecedentes militaristas, autoritarios y dictatoriales, levantara la bandera de la democracia. De la misma manera genero el motivo para hacerse castigar con el tema de la “autonomía”.

El 2 de julio de 2006, por iniciativa ciudadana, tuvo lugar un referéndum sobre las autonomías departamentales. En un país que ha sufrido históricamente una centralización excesiva, en lo que se refiere a los departamentos, dio un giro repentino en los días anteriores a la votación y llevó a cabo una fuerte campaña por el “no”. Lo animaban buenas razones. Antes de su partida, el ex presidente Mesa, otorgó a los departamentos la posibilidad de elegir sus prefectos (gobernadores) por sufragio universal directo.(antes eran nombrados por el presidente) Una bomba con efectos retardados. Los cuatro prefectos de la oposición de la Media Luna (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando) manifestaron veleidades que se parecen furiosamente al separatismo. Y buscaron la confrontación.

Pero otras motivaciones animan al Presidente políticamente más problemáticas, e incluso “incomprensibles” para algunos de sus simpatizantes: “Hay siempre una duda, en el seno del gobierno, entre la práctica de la negociación, que más bien proviene de los sectores parlamentarios y urbanos intelectuales, y una línea más radical, la del polo indígena y campesino, que impone golpes de fuerza muy duros.

Durante la consulta, el “no” (a la autonomia) logró un amplio triunfo en el conjunto del país. En cambio, localmente, Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija votaron mayoritariamente por el “sí” y reclamaron una aplicación inmediata, que el Presidente rechazó colocándose en una posición contradictoria, porque había sido él quien había firmado el 6 de marzo de 2006 la ley 3365 de convocatoria, que estipulaba, en su artículo 2: “Los departamentos que, a través del presente referéndum, lo aprueben por simple mayoría de votos, accederán al régimen de autonomías departamentales inmediatamente después de la promulgación de la nueva Constitución del Estado”. La oposición se adueñó de una nueva bandera, la de la descentralización. Antes de abrir un tercer frente, el de la “capitalidad”.

Caza al indio

Sucre, históricamente capital constitucional del país, vio después de la guerra federal de 1899 cómo el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el gobierno se trasladaban a La Paz, dejándole sólo el Poder Judicial. De pronto la ciudad reclama el retorno a su estatus de antaño.

¿Sucre, capital de Bolivia? Ubicada en un valle rodeado de montañas, blanca como los edificios de su centro colonial, decide sobre las zonas rurales que la rodean en el departamento de Chuquisaca. Son zonas indígenas. Las más pobres de Bolivia. De clima seco, pendientes escarpadas, tierras infértiles. Una agricultura reducida a su más simple expresión. Y un voto masivo por “Evo”.

En Sucre hay, como en cualquier otra ciudad boliviana, huellas de discriminación respecto al “indio”. La llegada del nuevo jefe de Estado y, luego, la instalación de la Asamblea Constituyente, precisamente en esta ciudad pusieron en evidencia esos prejuicios. Desde que fue electo para esta Asamblea, Urquizo Cuellar, dirigente de la Federación Única de los Pueblos Originarios de Chuquisaca, fue declarado “persona no grata”. Su foto y las de sus compañeros indígenas elegidos con los votos del MAS se exponian en las paredes, en los negocios, en los restaurantes, acompañadas de inscripciones como “Traidor. Enemigo del departamento”.Era un delito representar a las zonas rurales en la Asamblea. Era un delito ser campesino, ser quechua. El 24 de mayo de 2008 el presidente Morales debía aterrizar en el estadio de Sucre en helicóptero, entregar dos ambulancias y dos millones de dólares para proyectos sociales en los barrios periféricos y en las zonas rurales. El Comité Interinstitucional creado el 7 de marzo para defender los intereses de la región, integrado por la Universidad San Francisco Javier de Chuquisaca, la alcaldía,( un equivalente al intendente de partido en la Argentina) un grupo “cívico” (Codeinca) y la organización patronal del departamento se movilizó. Jaime Barrón, rector de la universidad Gabriel Rene Moreno de Santa cruz de La sierra, que además es el presidente de este bloque se lo impidieron.

Grupos de choque de la Unión Juvenil Cruceñista que habían llegado en automóviles desde el este del país, se mezclaron con los estudiantes de la universidad muy bien organizados y apoyados por los vehículos de la alcaldía, persiguieron a los indígenas y los capturaron. Amenazados de ser lapidados o quemados vivos, decenas de indígenas pacíficos fueron brutalmente empujados hacia la plaza principal. Los obligaron a arrodillarse, a tirarse al suelo y a insultar al Presidente. Descontrolada la multitud manifestó su discriminación: “¡Sucre de pie! ¡Evo de rodillas!”.

¿Descentralización o sedición?

Santa Cruz de la Sierra (capital del departamento de Santa Cruz) se convirtió con el correr de las décadas en la ciudad más poblada y próspera de Bolivia con una burguesía inicialmente territorial y luego industrial y exportadora. Sin abandonar la agroindustria, los ciclos del azúcar y del arroz fueron sustituidos por la soja. Hubo un crecimiento fenomenal, estimulado por el Impuesto Directo sobre los Hidrocarburos (IDH) explotados en este departamento como en el de Tarija.

La burguesía de Santa Cruz se desarrolló en los años ’50. Durante los dieciocho años de dictaduras militares que comenzaron en 1964, se la encontró siempre detrás del poder (la organización patronal local financió el golpe de Estado del general Hugo Banzer en 1971). Después del retorno de la democracia, vino la larga pesadilla neoliberal (1985-2003). “Durante ese período –testimonia Jorge Paz, dirigente de un barrio periférico de la capital cruceña– la derecha cívica, la que hoy se dice autonomista, participó en todos los gobiernos. Son entonces los más centralistas. Carlos Dabdoub (actual secretario para la autonomía del departamento) fue ministro bajo la presidencia de Jaime Paz Zamora (1989-1993).”

Recién en 2000 el sistema comenzó a decaer y se hundió en 2003, con el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada. Viendo entonces sus intereses en peligro, los grupos de poder inventaron la tesis de la autonomía. Se unieron y toda una campaña mediática les permitió defender sus prebendas a través de un nuevo mito en el cual ellos mismos no creen.

En lo que sí creen, en cambio, es en la recuperación total del IDH “confiscado” –hasta un 30%, para financiar la Renta Dignidad– por el gobierno central. Olvidando conscientemente que la nacionalización de los hidrocarburos compensó esa pérdida, ya que la revisión hacia arriba de la base impositiva de las multinacionales aumentó la parte correspondiente a las municipalidades y a las prefecturas.

El prefecto Costas, (Gobernador de Santa Cruz) a pocas semanas del referéndum revocatorio nacional al cual se sometieron el Presidente, el Vicepresidente y ocho prefectos (incluido el mismo Costas), al referirse a la probable derrota de Evo Morales en el departamento de Santa Cruz, mostraba sus verdaderas intenciones “Nosotros no decimos que Evo ya no podrá venir; podrá venir, pero de paseo, porque aquí no gobernará más” (El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 16-7-08.)

Las violentas manifestaciones, sistemáticamente organizadas desde el momento en que se anuncio su viaje, impidieron al Presidente aterrizar en los cuatro departamentos de la Media Luna y en Sucre. ¿Descentralización o sedición?

Se le reprocha a Morales que dedica su energía a tratar de mejorar la suerte de los pobres de su país. Como éstos son mayoritariamente indígenas, el grueso de los programas sociales está dirigido prioritariamente hacia ellos. ¿Indigenismo? Tal vez. En cierta medida. Pero también consideración de las relaciones de fuerza. El elemento humano es siempre difícil de controlar, especialmente cuando se trata de una masa indígena, históricamente marginada y, por esta razón, comprensiblemente testaruda y obstinada. Lo atestigua el poderoso movimiento social lanzado por los mineros y los docentes de la Confederación Obrera de Bolivia (COB), en este contexto y en estos momentos delicados, para mitigar la situación, el gobierno anunció, que las dos empresas privadas que administran el sistema de jubilaciones –BBVA y el Grupo Zurich– serian reemplazadas por el Estado.

Morales fue ampliamente confirmado en su función, con casi el 68% de los votos. Pero los prefectos de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija también triunfaron en sus departamentos (Fueron revocados los prefectos de Cochabamba y de La Paz -oposición-. Savina Cuéllar en Chuquisaca no estuvo involucrada en este referéndum.)

Rubén Costas, presidente del Consejo Nacional Democrático (Conalde), que agrupa a las regiones autonomistas, ya ha anunciado que continuará impulsando la autonomía y “resistiendo las reformas promovidas por Evo Morales, como la nacionalización de los recursos naturales y la redistribución de la tierra” (BBC Mundo, Londres, 11-8-08.)

En los días previos al referéndum se multiplicaron las “huelgas de hambre” de los comités cívicos en las regiones rebeldes, los disturbios, las acciones violentas y el llamado (del alcalde de Santa Cruz, Percy Fernández) al derrocamiento del jefe de Estado por las fuerzas armadas.

A lado de preguntas referentes a la viabilidad interna de esta media luna, se plantea otra interrogante: ¿el oriente puede realmente romper sus lazos con la Bolivia andina, en la hipótesis de una disolución del marco unitario boliviano?

No podemos pensarlo razonablemente, porque los lazos que forjan un conjunto común se han vuelto hoy muy fuertes e indispensables a las actividades del oriente, tanto a nivel de los medios de transporte, telecomunicaciones, servicios básicos, del mercado de productos, de la salud o de la educación.

Una separación supondría una regresión sin punto de comparación en los ingresos, por otra parte, fuertemente variables en función de la coyuntura mundial, esperados de la venta de hidrocarburos o de la soja, de la que Bolivia es la quinta exportadora mundial.

Un Estado oriental separado pesaría muy poco frente al potente y dinámico Brasil, cercano y muy presente económicamente, también frente a la Argentina, otra potencia de peso, y también frente al pequeño Paraguay, mucho más sólido en su unidad.

La reciprocidad es por cierto verdadera en la Bolivia andina. Privada de la parte oriental del país, el Altiplano, ya golpeado por la desertificación de sus pobres campos, privada de industrias de peso, acusando importantes atrasos socio económicos, sin salida independiente hacia el exterior y sin hidrocarburos, sería sólo un país fracasado, una ficción de Estado reducido a la mendicidad internacional y a sus luchas partidarias internas sin horizonte…

El recuerdo de todos estos lugares comunes elementales, indica claramente que una de las soluciones a los problemas, tanto de Bolivia andina como oriental, pasa primero por una transacción equitativa que permita por sí sola una refundación de una Bolivia multipolar, geografía obliga, pero manteniéndose profundamente solidaria en la movilización de sus medios por la lucha contra el subdesarrollo, que es uno de los problemas más importantes de América del Sur.

RICARDO GONZALEZ SAAVEDRA.


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lunes, junio 22, 2009

LA TESIS DE PULACAYO, LUCHA BOLIVIANA PERMANENTE


BOLIVIA

LAS TESIS DE PULACAYO

Por: Ricardo Armando Gonzalez Saavedra

En noviembre de 1946, el Congreso extraordinario de Mineros reunido en Pulacayo para discutir la orientación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), aprueba por unanimidad las tesis que luego se conocerían como Tesis de Pulacayo, presentadas por la delegación de Llallagua, e inspiradas por Guillermo Lora, dirigente del POR.
Esta Tesis configura un verdadero programa revolucionario para la toma del poder por la clase obrera , y es la mayor conquista programática lograda por el proletariado de América Latina. Por primera vez en nuestro continente, el programa del trotskismo trascendía los pequeños grupos y se hacía carne en la vanguardia del proletariado boliviano: los mineros.
La Tesis establecía claramente, entre otras importantísimas definiciones políticas y programáticas, que: "1- El proletariado, aún en Bolivia, constituye la clase social revolucionaria por excelencia". Definía, siguiendo el método de la Teoría de la Revolución permanente, que Bolivia era un país capitalista, a pesar de su atraso y de la supervivencia de formas precapitalistas de producción, y que la burguesía era incapaz de realizar las tareas de la revolución democrático burguesa, es decir, la liquidación de los latifundios, la unificación nacional y la liberación del yugo imperialista. Sin embargo, aclaraban que "Los trabajadores del subsuelo no insinuamos que debe pasarse por alto la etapa demo-burguesa: la lucha por elementales garantías democráticas y por la revolución agraria antiimperialista (...) Señalamos que revolución demo-burguesa, si no se la quiere estrangular, debe convertirse sólo en una fase de la Revolución proletaria (...) Dejamos claramente sentado que la revolución será democrático-burguesa por sus objetivos, y sólo un episodio de la Revolución Social por la clase social que la acaudillará. La revolución proletaria en Bolivia no quiere decir excluir a las otras capas explotadas de la nación, sino la alianza revolucionaria del proletariado, con los campesinos, con los artesanos y otros sectores de la pequeño burguesía. La Dictadura del proletariado es la proyección estatal de dicha alianza. La consigna de Revolución y Dictadura proletarias ponen en claro el hecho de que será la clase obrera el núcleo director de dicha transformación y de dicho estado. Lo contrario, sostener que la revolución democrático burguesa por tal, será realizada por sectores ‘progresistas’ de la burguesía y que el futuro estado encarnará en un gobierno de unidad y concordia nacionales, pone de manifiesto la intención firme de estrangular el movimiento revolucionario en el marco de la democracia burguesa. Los trabajadores una vez en el poder, no podrán detenerse indefinidamente en los límites demo-burgueses y se verán obligados, cada día en mayor medida, a dar cortes siempre más profundos en el régimen de la propiedad privada, de este modo la revolución adquirirá carácter permanente".
Esta definición era la base sobre las que se asentaba el programa de reivindicaciones transitorias de la Tesis, que levantaba, entre otras medidas, el salario básico vital y escala móvil de salarios, semana laboral de 40 horas y escala móvil de horas de trabajo, contratos colectivos de trabajo, independencia sindical, ocupación y control obrero de las minas, armamentos para los trabajadores, fondo de huelga, supresión del trabajo a contrato.
Es un extracto del documento Original.

MEXICO, PERU SIGLO XIX... UNA COMPARACION


A fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, en Méjico y Perú además de las jurisdicciones políticas y las regiones coloniales habían otras divisiones: las clases, el color de la piel, los idiomas y la identidad étnica. Estas categorías se fundaban en la identidad social, no en el color de la piel y lo que unía a esta población eran sus creencias y actitudes comunes respecto del rey, el imperio y la religión.
En América todos los acontecimientos económicos estaban unidos a otros sociales y políticos. En el periodo de 1730-1830 se producen grandes acontecimientos de tipo social-étnico que intentan una transformación en el estado colonial hasta llegar al proceso de independencia. Para el caso de Méjico Taylor habla de rebeliones e insurrecciones, a las que O`Phelan denomina revueltas . En el Alto Perú (zona que hoy son Bolivia y Perú) se produce lo que Vilar califica de gran rebelión de Tupac Amaru , que en alguna medida define la tendencia de las diferentes grupos sociales subalternos y la importancia que tendrán en las futuras luchas por la independencia de las naciones americanas.
La invocación del pasado étnico parece ser una práctica constante del nacionalismo. Sin embargo, esto no quiere decir que se trate de un proceso mecánico y absolutamente condicional en la creación de naciones. El surgimiento de una comunidad cultural que aspira a ser políticamente independiente no es solamente una actividad basada en decretos y acuerdos sino también involucra su propio sentido de la memoria histórica como forma de legitimación de la nueva nación. El pasado étnico se percibe a través de mitos, símbolos y leyendas, mientras que el nacionalismo emerge como la primera expresión de conciencia y defensa cultural de dicho pasado étnico. El nacionalismo como movimiento cultural usa mitos y símbolos para proveer a la comunidad que busca autonomía política una identidad cultural propia. El uso de mitos impulsa a la acción colectiva y demuestra tener la capacidad para la movilización popular Explicar de manera comparativa el uso ideológico del pasado prehispánico en el nacionalismo incipiente de Méjico y Perú de finales del siglo XVIII frente a la disolución del poder colonial es importante para comprender los procesos independentistas. Los términos de esta comparación son que tanto Méjico como Perú tienen una experiencia histórica similar, pero la existencia del pasado prehispánico o étnico fue utilizada de diferente manera en la etapa anterior a la formulación de independencia. Las experiencias históricas compartidas son: memoria de un pasado imperial conquistado por la Corona española; experiencia colonial prolongada y formación de la sociedad de castas. A pesar de estos hechos en común, las dos nacientes naciones manifestaron diferentes usos de su historia. Méjico usó y reelaboró el pasado azteca, a pesar de la indianidad vigente, con el fin de romper política y culturalmente con España. Perú mostró Ambigüedad en el uso del pasado inca en tanto la indianidad fuese vigente y manifestó continuidad con España. Crear una comunidad con historia propia fue un rasgo sobresaliente del nacionalismo mexicano; mantener una vinculación con la tradición hispánica y temor a la comunidad inca fue una preocupación peruana. Ahora bien, ¿qué factores determinaron estas diferencias ideológicas entre Perú y Méjico en cuanto a sus nacionalismos incipientes y ante la disolución del orden colonial? En principio, resulta útil el planteamiento de la siguiente conjetura: a mayor presión indígena, menor interés criollo por la tradición étnica y prehispánica. Esta suposición aplicada de manera comparativa se puede explicar por medio de dos variables: la tensión étnico-racial de la sociedad de castas y la ocurrencia e intensidad de revueltas indígenas anteriores a la declaración de la independencia. La composición étnica y racial de Perú y Méjico a finales del siglo XVIII y principios del XIX mostraba similitudes. En ambas sociedades la población estaba compuesta por cuatro categorías raciales básicas.
Población Perú Méjico
Blancos (1) 140.890 (13%) 1.095.000 (23%)
Indios 648.615 (58%) 2.500.000 (52%)
Mestizos 244.313 (22%) 1.231.000 (25%)
Negros 81.389(7%) 6.100(0,13%)
Total 1.115.207 (100%)(a) 4.832.100 (100%)(b)
(1) Incluye a criollos y peninsulares a) Fuente: John Lynch, The Spanish American Revolutions 1808-1826, p. 380, nota 2 (b) Jacques Lataye, Quetzalcóatl y Guadalupe, p.49.
En términos generales, tanto en Méjico como en Perú el grupo blanco controlaba prioritariamente la economía, religión y política. Las castas y la mayoría de indios se encontraban en el último escalón de la sociedad. Eran tributarios y proveían la principal fuerza de trabajo para la economía colonial. Dentro de la categoría indígena existía una tradicional división mantenida por las autoridades coloniales: la llamada nobleza indígena, conocida en Perú como los curacas y en Méjico como los caciques. Este sector nativo era poseedor de tierras y jugaba un papel clave en la recolección de tributos y reclutamiento de fuerza de trabajo para las encomiendas, mitas y repartimientos. También se distinguía de sus semejantes y coetáneos por su sistemática adoctrinación en la religión católica y las maneras hispanas. Perú estaba habitado por diversas razas sin cohesión entre sí, con un antagonismo latente hasta en la misma raza blanca, según fuese su procedencia europea o americana. Ésta región fue el centro y el nervio de la reacción realista, a punto de llegar casi a dominar la revolución sudamericana por algún tiempo y prolongar la lucha por espacio de 15 años. Por eso hacia el convergían los ejércitos americanos del sur y del norte en 1820.
La tensión étnico-racial entre las diversas categorías ocurría de forma diferente en las dos sociedades. En Perú se trata del típico antagonismo racial entre indios y blancos. En los Andes era más común la tendencia a que los indios aceptaran el peso de las formas de trabajo impuesto cuando éste era exigido por indios principales y curacas. La situación era diferente si el trabajo era requerido por un blanco o incluso un mestizo. Entonces había reacciones de repulsa y cierta violencia por parte del sector indígena. Por otra parte, en Méjico la fricción fundamental tenía lugar por la rivalidad entre la minoría de blancos peninsulares y blancos americanos. Esta rivalidad es patente a finales del siglo XVIII entre las primeras generaciones de blancos americanos (criollos) y la llegada de nuevos españoles emigrantes atraídos por el éxito de la economía colonial.
Si bien ambos sectores, criollos y peninsulares mantenían asociación racial, comunidad lingüística y participaban en la misma tradición hispana basada en la adhesión a la religión y pensamiento católicos, existía la obvia diferencia de su pertenencia geográfica, o sea, su lugar de nacimiento. Ésta característica ha pretendido explicar el hecho de que los criollos de Méjico tuvieran riquezas o acceso a la educación eclesiástica, pero no derechos para ocupar altos puestos dirigentes o administrativos. Además en Méjico la cantidad de nobles ricos llego a superar a la nobleza de España de ahí que la representación de Méjico en carácter de diputados convocados por la regencia fuera mayor, el 60% de los diputados hispanoamericanos era de Méjico.
Otros aspectos preocupaban a la minoría blanca del Perú, como lo fueron las frecuentes revueltas indígenas entre 1708 y 1783. Los blancos peruanos, fuesen criollos o peninsulares, eran conscientes o tenían la intuición de su condición minoritaria en un medio predominantemente no europeo. Intentos intelectuales enfocados a marcar alguna distinción al interior de este grupo racial y culturalmente homogéneo a la percepción de la mayoría de castas e indios era un riesgo que ponía en duda la sobrevivencia misma del grupo. La vulnerabilidad sobre la que se asentaba la sociedad de castas implicaba en ambos virreinatos invocar con cautela ideas políticas que no se confundieran con "guerras de castas" o significaran la recuperación del territorio usurpado, el exterminio de blancos o la restauración cultural y organizativa de la anterior sociedad autóctona.
En general, la independencia hispanoamericana tuvo que contender con dos enemigos y un aliado potencial: los ejércitos de España; la oposición, o la inercia de los criollos, y las embarazosas exigencias de las fuerzas populares. Las revoluciones hispanoamericanas se realizaron a escala continental, pero no fueron un movimiento concertado. Compartieron un común origen y un común objetivo, pero difirieron unas de otras por su organización militar y política. Así como en Méjico la religión fue un elemento que aglutinó a criollos, mestizos, e indígenas bajo el mando de la virgen de Guadalupe, en Perú fue el inca la figura a la que recurrieron criollos provincianos y caciques mestizos para tener el apoyo indígena.
El caso de Méjico era especial, y constituía un desafío más a la revolución americana. Dividido en sus objetivos, presa de sus conflictos internos, Méjico era propicio a una intervención exterior. Pero no podía recibirla .Estaba lejos de los grandes centros de la revolución del sur, más allá del alcance de los libertadores continentales, Méjico luchó solo y su lucha nació de sí mismo. La revolución mejicana se diferencia de la de Perú en dos aspectos vitales, empezó como una violenta protesta social desde abajo; y España tenía más que perder en Méjico que en cualquier otro lugar en América.
En cambio en Perú, en vísperas de la revolución, existía una población de algo más de un millón de habitantes. Los indios constituían el 58% del total y los mestizos el 22%. Estaban concentrados en la región andina, donde practicaban una agricultura de subsistencia y proporcionaban mano de obra para las minas, obrajes y haciendas. Los esclavos negros constituían alrededor del 4% de la población, y la gente de color, libre, alrededor del mismo porcentaje; pero en Lima y en los valles costeros, donde una agricultura comercial y una economía de plantación exigía una fuerza de trabajo más móvil, los negros y los pardos predominaban entre la población no española. Los blancos totalizaban menos del 13% del total y se les encontraba principalmente en la costa con una importante concentración también en el Cuzco. Pero la raza no era la única determinante de la situación social. Perú estaba también escindido por profundas divisiones sociales y económicas. Por supuesto, la clase dominante, formada tanto por españoles como por criollos, era inevitablemente blanca. En cambio, Méjico era una colonia pura. Los españoles dominaban a los criollos, estos utilizaban a los indios, y la metrópoli explotaba a los tres. En el Bajío, donde sobrevivía un numeroso grupo de rancheros que se veían apretujados en extensiones de tierra cada vez más reducidas, diversas clases de peones sufrían un serio descenso de su nivel de vida. Las consecuencias del monopolio de la tierra se agravaron debido al aumento de la población, que subió entre 1742 y 1793 de 3,3 millones a 5,5 millones. No había tierra para la nueva población, pues las haciendas de los criollos y de la iglesia invadían las pequeñas granjas para eliminar la competencia y buscar un abastecimiento de mano de obra dependiente. La expansión de las haciendas y el crecimiento de la población rural, produjeron una situación en la cual el campesinado no podía alimentarse independientemente de las grandes fincas. Los terratenientes tenían a los campesinos a su merced, tanto en su calidad de consumidores, como en la de trabajadores.
En Perú, los blancos peruanos fueron siempre conscientes de que los indios y los mestizos les superaban en número, eran como un volcán situado en medio de ellos. Entre 1708 y 1783, Perú experimentó un mínimo de 140 levantamientos, la mayoría de ellos de origen indio, protestas violentas contra diversas formas de servidumbre: exigencias excesivas de tributos, impuestos y diezmos; el reparto y la mita y el odiado corregidor, personificación de todos los abusos. La mayoría de estos movimientos no tuvieron nada de excepcionales, pero dos rebeliones hicieron que la colonia se estremeciera hasta sus cimientos, la de Tupac Amaru y la de Tupac Catari.
La diferencia entre las insurgencias de Perú y Méjico radica en los líderes. Mientras en Perú los lideres rebeldes fueron de extracción indígena en Méjico, las insurgencias fueron lideradas por miembros de la iglesia como Morelos y Miguel Hidalgo y Costilla, un cura hijo del administrador de una hacienda, un criollo frustrado como el resto de su clase, que conocía de cerca la degradación de las masas rurales, párroco de dolores en el Bajío. Era accesible e igualitario, y dominaba los dialectos indios, hizo de su parroquia un centro de discusión de los asuntos económicos y sociales contemporáneos, al que acudían tanto los indios y las castas, como los criollos. El Bajío era un complejo agrícola y minero relativamente próspero; autosuficiente; poseía una estructura social más flexible que en otras partes, una gran proporción de indios que iban de un lado a otro, distintos a los indios comuneros, y un gran porcentaje de negros libres y mulatos. Aunque nadie moría de hambre en el Bajío, había un complejo contraste entre la riqueza de los propietarios de minas y haciendas y la pobreza de la clase tributaria, una gente que era lo suficientemente móvil como para encontrar trabajo asalariado en minas y haciendas, pero cuyo progreso se veía permanentemente impedido por el degradante tributo. Los indios dependían del liderazgo criollo para las acciones políticas. (A diferencia de los Andes donde el liderazgo insurreccional siempre fue de origen indio) ¿Pero aceptaban los criollos a los indios? A finales de 1809, un movimiento conspirativo reunió a un cierto número de revolucionarios criollos: Ignacio Allende, Juan de Aldama, Miguel Domínguez, y otros miembros de las ilustradas familias criollas de rango medio. Los movía el odio a los peninsulares, querían deponer a las autoridades, expulsar a los españoles y establecer una junta de gobierno criollo. A mediados de 1810 la conspiración de Querétaro, como se la llamo, había reclutado al anteriormente citado Hidalgo, que pronto se convirtió en su líder. Como cura y reformador era indispensable a los conspiradores, pues tenía influencia entre los indios y las castas. Pero los indios, si bien era dudoso su respeto por un rey distante, desconfiaban de los criollos y peninsulares por igual, y no distinguían entre el dominio de unos y otros. Los revolucionarios necesitaban refuerzos inmediatos, y ante la indiferencia de otros criollos, los campesinos eran la única alternativa. El 16 de Septiembre, Hidalgo aprovechando que la muchedumbre acudía a su parroquia para la misa del domingo, lanzó el grito de dolores, en el cual probablemente no se habló de independencia, El grupo estaba compuesto principalmente de indios y castas, armados con arcos y flechas, lanzas y machetes. Después de la caída de Guanajuato, el 28 de Septiembre, recibió el apoyo de mineros y otros trabajadores urbanos, pero el movimiento nunca atrajo a más de un centenar de criollos de la milicia. Pronto el grito fue inequívoco, “independencia y libertad”.Los realistas concentraron sus defensas y tesoros en la Alhóndiga. Esto aumentó la sensación de un conflicto de clase y provocó un ataque de incontrolada violencia, la matanza fue total.
El movimiento de Hidalgo fue un movimiento de masas y luchó por una revolución profunda. Mantuvo la fidelidad de sus seguidores, ampliando constantemente el contenido social de su programa. Abolió el tributo indio, emblema de un pueblo oprimido. Abolió también la esclavitud bajo pena de muerte. En Méjico donde la esclavitud era una institución en declive, la abolición tenía implicaciones más sociales que económicas. Los terratenientes tenían formas más económicas y eficientes de trabajar la tierra, y preferían una fuerza de trabajo de peones vinculada, no por la esclavitud, sino mediante los arriendos y el endeudamiento. De este modo la prueba real de las intenciones de Hidalgo sería la reforma agraria. Este problema también lo enfrentó, ordenando la devolución de las tierras que en derecho pertenecían a las comunidades indias.
Sin embargo, Hidalgo, repudiado por los criollos, con 80.000 seguidores como horda indisciplinada y sin preparación tuvo que enfrentarse con profesionales que apoyaron a los grandes terratenientes y propietarios de minas de San Luis, Potosí y Zacatecas, que derrotaron a Hidalgo en el puente Calderón, quien huyó cada vez más al norte, siendo ejecutado el 21 de Marzo de 1811. Seis de los nueve hombres que formaban el tribunal acusatorio eran criollos. Era típico. Fueron los criollos realistas atemorizados por Hidalgo, quienes rescataron Méjico para España.
La dirección de la revolución social pasó a José María Morelos, otro cura rural cuya carrera lo acercó a los campesinos. Después del grito de dolores, turbado por la censura eclesiástica a Hidalgo, le buscó y quedó convencido por sus argumentos. Fue comisionado para reunir tropas en la costa sur y llevar la revolución a Acapulco con el grado de teniente. A partir de 1810 creó un pequeño ejército, bien equipado y altamente disciplinado poniendo la mayor parte de la costa bajo su control. Tomó Oaxaca en 1812. No perdonaba la insubordinación, y prefería usar las hordas indias como fuerza de apoyo.
Morelos, apelaba a ampliar fuerzas sociales con una combinación de nacionalismo mejicano y de reformas esenciales. Fue el más nacionalista de todos los primeros revolucionarios, creía en la independencia del país, no usaba al Rey Fernando como máscara y habló francamente de independencia. Según el, los odiados españoles eran enemigos de la humanidad, habían esclavizado a su población nativa, malgastado sus riquezas y recursos y su objetivo básico era que ningún español pudiera permanecer en el gobierno de Méjico. A los criollos les dirigía otro argumento, la soberanía cuando faltan los reyes solo reside en la nación, toda nación es libre y está autorizada para formar la clase de gobierno que le convenga y no ser esclava de otro. El nacionalismo de Morelos se inspiró en la lucha militar, en la guerra de guerrillas. Evocó el espíritu de un ejército nacional, en la marcha hacia Valladolid, dirigió el siguiente manifiesto a sus tropas: “Los gachupines en todos los tiempos se han empeñado en abatir a los americanos hasta tenernos por brutos, incapaces de constitución y hasta las aguas del bautismo y, por consiguiente, inútiles a la iglesia y al estado; pero yo veo lo contrario: sobresalientes a los eclesiásticos, jueces, letrados, artesanos, agricultores, y lo que es del caso, militares. En el tiempo de tres años y medio, he palpado y todos lo han visto, que los americanos son militares por naturaleza, y se puede asegurar, sin engaño, que por lo menos en el ejército de mi mando, cualquier soldado veterano puede suplir a cátedra de general”.
El nacionalismo de Morelos, tenía un profundo contenido religioso. En Méjico, la vírgen de Guadalupe era un símbolo tanto religioso como nacional, demostraba que Dios tenía una particular predilección por Méjico y confirmaba un sentido de la identidad nacional. (En contrapartida en el alto Perú el motor de reacción fue el Inca) .Morelos veía a la independencia casi como una guerra santa en defensa de la ortodoxia religiosa contra los irreligiosos Borbones y los idólatras franceses. En Méjico, afirmó al obispo de Puebla: “Somos más religiosos que los europeos”, y manifestaba combatir por “la religión y la patria”, y que aquella era “nuestra santa revolución”. Tenía una particular visión sobre la igualdad de razas. A mulatos, indios y otras castas, denominaba americanos. Fue el primer intento en Méjico de abolir la distinción de castas y hacer de la identidad nacional la única prueba de la situación social de un hombre en la sociedad. Decretó la abolición del tributo indio y de la esclavitud, promovió la igualdad social, que las tierras deben ser para los que las trabajan, la redistribución de las propiedades pertenecientes a los ricos. En cualquier caso era un plan de devastación militar, no un programa social a largo plazo. Estas protestas surgidas y elaboradas en el interior del sector indio buscaron alianzas con criollos pero no lograron compatibilizar intereses y no hubo apoyo unificado, fueron repetidas manifestaciones de descontento hacia los procedimientos de la economía colonial y su minoría blanca. La ocurrencia de este rechazo fue creando el antecedente de identificar a la protesta india como una reacción permanente en contra del grupo hispano.
La expresión culminante de este descontento afloró en 1780 con la rebelión de José Gabriel Tupac Amaru (1740-1781). Hubo poderosas razones culturales que explican el apoyo al líder indígena. Esta revuelta se originó en la provincia de Tinta y logró extenderse por veinticuatro provincias, desde el Cuzco hasta las fronteras de Tucumán. El impacto se debía a la invocación de mitos incaicos. La causa india estaba interiormente dividida, al menos 20 caciques, motivados en parte por rivalidades personales y tribales, mantuvieron a sus pueblos leales a la corona, y por consiguiente recibieron recompensas y pensiones. El más distinguido de estos caciques fue Mateo Pumacahua, descendiente de los incas y caciques de Chincheros, un hombre importante y con propiedades, que no solo combatió contra Tupac Amaru, sino que participó en la salvaje represión posterior. Permaneció con su pueblo leal a España durante los primeros años de la revolución americana e incluso sirvió en las expediciones de castigo al Alto Perú. A petición del virrey Abascal en 1811, Pumacahua y sus seguidores saquearon a la rebelde La Paz, atacaron despiadadamente a los indios de Sicasica, Cochabamba y Oruro, sembrando la devastación por donde pasaba. Pumacahua fue recompensado con más títulos y cargos, fue ascendido al cargo de brigadier y luego nombrado, aunque de manera temporal, presidente de la audiencia de Cuzco. Pero Pumacahua y sus seguidores parecen haber buscado el reconocimiento por parte del gobierno colonial de su soberanía sobre los indios de Perú, o al menos de un cierto grado de ella, para lograr mediante la pacífica forma, las reformas que Tupac Amaru intentaba mediante la revolución. Pero no recibieron nada a cambio de su lealtad. Los criollos estaban comprometidos con la estructura económica existente, que se basaba en el trabajo indio en las minas, haciendas y obrajes. Vacilaban en ponerse a la cabeza de un movimiento indio que quizá no pudieran controlar. El fracaso de las aspiraciones indígenas fortaleció su posición en relación con los españoles, puesto que esto era beneficioso para las autoridades coloniales porque servía como cooperación de criollos y de mestizos para la defensa. Pumacahua había roto con el gobierno colonial, se sentía utilizado. Los corregidores habían sido sustituidos por intendentes, y los repartimientos reaparecieron pronto. En 1811, las Cortes de Cádiz absolvieron el tributo indio, y en 1812 suprimieron la mita. Estas medidas fueron desoídas, puesto que la clase dominante dependía del trabajo indio. En 1814, las condiciones indias, eran poco mejores que en 1780. Los criollos habían alcanzado un nuevo nivel de enajenación, las reformas liberales, hechas por los españoles, con promesas de una mayor participación en la toma de decisiones, dieron un empuje al cambio de forma de pensamiento criollo, quienes pedían la aplicación de las reformas liberales y la aplicación de la constitución de 1812 y se tornaron en rebeldes necesitados de apoyo militar de criollos y mestizos. Buscaron a Pumacahua, le ofrecieron el primer lugar en un triunvirato que gobernaba la ciudad, puesto que tenía un ascendiente definido con los indios y el líder militar criollo, José Angulo, envió tres expediciones , una a Puno y La Paz, otra hacia Huamanga y Huancavélica y una tercera hacia Arequipa. En La Paz hubo un baño de sangre, la guarnición española fue masacrada y los indios y plebe cometieron pillaje. Juan Ramírez, realista, recupera La Paz y Puno, Pumacahua dirige el asalto contra Arequipa, toma la ciudad el 10 de noviembre. Pero era ahora un hombre condenado, pidió a Ramírez negociar y fue rechazado. Perseguido y finalmente entregado a las fuerzas realistas por cholos, fue ejecutado en Sicuani en Mayo de 1815. Razones de peso que provocaron diversas reacciones en el interior de la sociedad colonial (la división de la nobleza indígena entre aquéllos que combatieron la rebelión a favor de la Corona, como fue el caso del curaca Mateo García Pumacahua) y que también explicaban el temor creciente de la minoría blanca hacia las insurrecciones de indios o a toda sospecha de reactivación de la memoria indígena.
José Gabriel Tupac Amaru buscaba con su rebelión dos objetivos: la defensa de las condiciones de trabajo del indio y el reconocimiento de los legítimos derechos (fueros y privilegios) de la antigua nobleza incaica. No hay duda de que este movimiento tenía límites definidos, es decir, tanto el contenido de las demandas como el carácter de la identificación cultural, los mitos y los símbolos invocados sólo podían aglutinar al sector indígena. A este movimiento se le ha atribuido una "visión unificadora" que logró unir a las distintas castas, así como a pocos criollos, es decir, crear una alianza "anti-española”. Sea como fuere, lo cierto es que este movimiento produjo el clímax del temor blanco a la presencia indígena. Ello se advierte en la forma en que las autoridades virreinales, después de aplacar la rebelión, intentaron una vez más erradicar el mito del Inkarrí y toda traza de descendencia de la familia Tupac Amaru.
Las insurgencias de Tupac Catari de la etnia aymará tuvieron enorme importancia, pues se trato de un movimiento radical revolucionario, no se trataba esta vez de compartir el frente con criollos mestizos o negros, sino de instaurar un gobierno indio en reemplazo de la corona española. Existieron 4 claros focos claros de la insurrección en los territorios que hoy son Bolivia y Perú a saber:
a) Nov/1780 Cerca del Cusco , líder Tupac Amaru , norte de Perú hasta Jujuy
b) oct/ 1780 Zona de Chayanta N. de Potosí líder Tomas Catari.
c) feb/1781 Oruro (coalición de indios y criollos
d) feb/ 1781 La Paz líder Julián Apaza (Tupac Catari)

Hacia la segunda mitad del siglo XVIII tuvieron lugar en el virreinato de la Nueva España diversas revueltas, motines y sublevaciones de indígenas. Pero ninguna de estas formas de descontento logró tener la trascendencia y explosividad que caracterizó a la rebelión de José Gabriel Tupac Amaru, ni siquiera la revuelta de 1761 encabezada por Jacinto Canek en Yucatán que al igual que en la sublevación de los Andes, la incitación del sentimiento indígena en contra de los blancos fue el móvil principal de esta revuelta que logró infundir alarma entre los habitantes blancos de la apartada península. Las autoridades virreinales pusieron fin a esta insurrección por medio de sus métodos tradicionales de organizar expediciones militares seguidas por la ejecución pública y sádica del líder Canek. A pesar de la carga mítica y simbólica implicada en la sublevación (la destrucción del imperio español y la creación de un reino señoreado por indígenas ), ésta no creó un mito unificado que lograra extenderse fuera de los límites de la región. De hecho, las sublevaciones de Méjico tuvieron, como en este caso, la tendencia a ser protestas de alcance local o, a lo sumo, regional. Las revueltas y sublevaciones indígenas en ambos virreinatos fueron, hechos frecuentes que dan cuenta del grado de tensión en la sociedad de castas. Sin embargo, las repercusiones de estas movilizaciones tuvieron alcances diferentes. En Perú, la conmoción creada entre el grupo blanco por la violencia de la revuelta indígena de 1780 sentó el antecedente de intentar aniquilar el pasado y destruir los mitos y genealogía nativas. Para los criollos peruanos, ver a un indio de la nobleza incaica en el trono no era idea irrealizable. Existía la sospecha de que un inca hiciera uso de su derecho a ser soberano de su territorio, según la tesis de Bartolomé de las Casas. Este temor criollo también se manifiesta en el hecho de que el apoyo criollo en las revueltas de los Andes fue inexistente. Dicha presión indígena fue clave en determinar la falta de visualización y necesidad de


independencia por la parte criolla. Los blancos del Perú se inclinaron a la aceptación de la monarquía española que garantizaba la permanencia de sus privilegios, lejos de apoyar rebeliones indígenas triunfantes que significasen la predominancia india o la pérdida de sus propiedades, que, para los indios, equivaldría a la recuperación de la tierra conquistada. En Méjico, en cambio, ninguna revuelta usó el pasado para legitimar sus demandas. Las revueltas fueron esporádicas, sin un mito unificado y, por lo general, sin coherencia. En este tipo de insubordinaciones nativas apenas si hace falta mencionar que la necesidad de buscar apoyo criollo fue desapercibida. Sin embargo, en el caso mexicano es otro tipo de tensión étnica, es decir, la rivalidad entre el grupo hispano de América y los peninsulares, la que determinó la necesidad de separarse políticamente de España. La guerra de independencia empezó como una reacción de indios, castas y criollos en contra de España. Había condiciones propicias para esta alianza: los indios estaban políticamente controlados, no tenían mitos unificados, y los criollos buscaban un pasado original que legitimara su predominancia y derechos exclusivos sobre América y sus antiguos habitantes. En suma, el antecedente de las revueltas indígenas y su simbología, cuya intensidad fue diferente en ambos virreinatos, así como la tensión entre el grupo criollo y el hispano, contribuyeron a que existieran diferentes estrategias acerca de cómo lograr la independencia política y la necesidad de delimitar una cultura exclusiva para Méjico y Perú.
Conclusión:
Perú y Méjico no transitaron caminos iguales hacia la independencia. Varias razones contaron para ello. En principio, la revuelta temprana de Tupac Amaru y la difusión intercontinental de la obra de Garcilaso; mientras que Méjico tuvo a su favor la relativa pacificación de la población nativa, su riqueza simbólica y legendaria, así como el hecho de que el grupo que podría lograr cierta unificación rivalizaba con los intereses peninsulares. Semejante divergencia de hechos demuestra, sin embargo, la importancia de la percepción popular en momentos de acción colectiva. La manipulación de símbolos no puede hacerse de manera arbitraria. En la explosiva situación de los Andes, fueron los indios mismos los que hicieron uso de su propio pasado con el fin de legitimar sus protestas y reivindicar sus derechos ancestrales. La presencia indígena y su memoria resistieron, como en este caso, a ser objeto de las interpretaciones no indias. El nacionalismo mejicano mostró una manera diferente de usar el pasado y sus símbolos. En este caso, como se ha visto, la memoria indígena recuperada fue sometida a un proceso de dignificación de carácter intelectual y religioso con el fin de convertirse en historia aceptable, independiente y orgullosa. Pero esta memoria, al adquirir un tono "respetable", quedó excluida, por otro lado, de la participación de sus legítimos intérpretes indígenas, de tal manera que la historia quedó desde entonces, abierta a todo tipo de interpretaciones y especulaciones.
Ricardo Gonzalez Saavedra