PAIS RICO PAIS POBRE
Por: Ricardo Armando Gonzalez Saavedra
LA DIVISION REGIONAL Y ETNICA QUE PROLONGA EL SUBDESARROLLO DE BOLIVIA
De la altura al llano, del indio al camba, del mineral al gas
Evo Morales actual presidente de Bolivia ganó las elecciones presidenciales en diciembre de 2005 con más de la mitad de los votos, y hoy retiene una imagen positiva que ronda el 60 %. En su cruzada nacionalizadora y reformista recibe el apoyo tanto de los sectores de izquierda intelectual como de los campesinos e indígenas que pueblan Bolivia, ansiosos estos últimos de revertir siglos de sometimiento y explotación.
Pero en los departamentos más ricos (equivalentes a las provincias argentinas) los mismos donde el poder sigue en manos de la elite blanca que ha descubierto una reciente vocación autonómica, pocos simpatizan con las propuestas indigenistas del presidente. En el rico y “blanco” departamento de Santa Cruz, la imagen positiva de Evo Morales cae por debajo del 40 por ciento. Algo similar pasa en el departamento de Tarija, donde se encuentran buena parte de las reservas de gas y petróleo de Bolivia el país mas pobre del Cono Sur, donde a mitad del siglo XX el tributo indígena seguía siendo una de las principales fuentes de ingreso del Estado.
Las elecciones adelantadas de diciembre de 2005 fueron la culminación de la crisis política, económica e institucional que en Bolivia tomó el nombre de la Guerra del Gas. El conflicto comenzó cuando se hizo público que el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada tenia la intención de exportar gas hacia Estados Unidos a través de un puerto chileno, intención que genero enojo popular, ya que fue justamente Chile que privó a Bolivia de su salida al mar fruto de la Guerra del Pacífico en 1879-1883. La percepción general en Bolivia sobre todo entre las clases bajas, indigenistas y los intelectuales nacionalistas, era que, así como había ocurrido con la plata desde la época de la colonia y con el estaño en el siglo XX, otra riqueza natural del subsuelo boliviano estaba siendo vaciada sin mejorar el estilo de vida local. La situación rápidamente evolucionó en protestas indígenas y sindicales, que reclamaban “gas para los bolivianos” y la nacionalización de los recursos gasíferos. Lo cierto era que, a pesar de estar sentados sobre enormes reservas de hidrocarburos, menos del 5 por ciento del país tenía tendido de redes de gas natural en sus hogares. Pero mas que eso irritaba a las masas bolivianas que, en los contratos con las petroleras, la parte del león quedaba en las arcas de las multinacionales.
La crisis concluyó con movilizaciones masivas a La Paz y otros departamentos, un mínimo de 50 muertos y la renuncia, primero, de Sánchez de Lozada, y después, de su vicepresidente Carlos Mesa.
Para explicar lo que permitió que las fuerzas indígenas lograran impedir que las multinacionales continuaran explotando los recursos naturales, es necesario comprender la fuerza ancestral de la lucha de los de abajo. Hay que remontarse a fines del siglo XVIII, cuando Julián Apaza (Tupac Katari) sublevó a las comunidades aymaras en consonancia con el levantamiento quechua liderado por Tupac Amaru. En febrero de 1781 comenzó una rebelión que cercó a la ciudad de Cuquiago, actual La Paz. Durante siete meses más de 40 mil indígenas sostuvieron el cerco a la ciudadela imperialista. Tupac Katari y su esposa, Bartolina Sisa, también combatiente del ejército de liberación aymara, fueron capturados y asesinados: él por descuartizamiento y ella por ahorcamiento tras la tortura. La victoria española de entonces fue sólo el prólogo de su derrota final en 1825. (De Mnristas a A Kataristas a Katari) Xavier Albo, CIPCA; La Paz.
Ya por entonces la reivindicación del ayllu forma comunitaria de organización social indígena en toda la región mostraba la capacidad de poner en pie de combate a bravos ejércitos de oprimidos. Es posible que la derecha boliviana no tuviera exacta noción de sus actos cuando en marzo de 2004 aceptó como mero gesto concesivo, la declaración de héroe y heroína nacionales a Julián Apaza y Bartolina Sisa, otorgada por el Congreso a propuesta de un senador del MAS.
Dos siglos después Bolivia vivió una genuina revolución contemporánea. El indio transmutado en obrero minero empuño en 1952 su herramienta de trabajo (cartuchos de dinamita) y destruyo el andamiaje político de entonces. Empujado por esa fuerza organizada y politizada como ningún otro movimiento proletario en América Latina, el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario encabezado por Víctor Paz Estenssoro se vio arrastrado a nacionalizar las minas de estaño, reemplazar las fuerzas armadas por milicias populares e iniciar la reforma agraria. Por segunda vez las masas indígenas y populares habían logrado la unidad tras un objetivo político. Y como inexorablemente ocurre en tales circunstancias, la sociedad sufrió un vuelco fundamental.
En 1952 Bolivia había llegado a un punto de no retorno. Las ideas liberales acuñadas a fines del siglo pasado habían dado de si todo lo que podían dar. El país había experimentado un modelo con sus virtudes y defectos pero la receta estaba agotada.
El pasado 10 de agosto de 2008, el 67,41% de los bolivianos aprobó la continuidad en el poder del presidente indigenista Evo Morales en un referéndum revocatorio imaginado para remover pacíficamente los obstáculos a las reformas que impulsaba el gobierno central. Éste enfrentaba sin embargo la resistencia de una oposición fuertemente regionalizada. Legitimados a su vez en sus departamentos, los prefectos del oriente del país (Santa Cruz de la Sierra, Beni y Pando) redoblaron la apuesta por una autonomía del poder central que se asemeja a una virtual independencia, rechazando el diálogo con el Presidente.
Desde su nacimiento republicano, en 1825, Bolivia ha enfrentado el problema de su identidad: es un país de dominancia andina o bien una construcción territorial transregional que suelda artificialmente regiones de medios físicos muy diversificados, como poblaciones que presentan una profunda heterogeneidad.
La república de Bolivia tiene una superficie de 1`098.581 Km2, su configuración física esta formada por cinco grandes regiones: Valles, Amazonía, Oriente, Chaco y Altiplano. La región oriental (el este) esta formada por los llanos del amazonas y los contrafuertes de las zonas altas del Brasil, la zona del chaco al sureste. Y por ultimo la región occidental (el oeste) esta conformada por la cordillera de los andes y el altiplano. Fuente: pagina web de la embajada de Bolivia en Argentina
El país casi duplico su población en cincuenta años. De 1,8 millones paso a 3.019.031 habitantes. La población urbana creció, pero Bolivia siguió siendo eminentemente rural. Si en 1900 vivía en el campo casi el 90 % de los bolivianos, en 1950 el porcentaje de su población rural era del 66% contra un 33% de población urbana. Sin duda el crecimiento mas importante lo vivió
Desde el punto de vista social, el indio dependía totalmente del hacendado, cultivaba una pequeña parcela a cambio de un magro salario y su estado era lamentable. Hasta 1945 se mantuvo el pongueaje (un sistema de semiesclavitud que obligaba a trabajos no remunerados del colono, generalmente en la ciudad a favor del propietario de la hacienda.) Meza Gisbert, Historia de Bolivia edit. Don Bosco 2003. El alto, La Paz Bolivia.
Actualmente bajo la iniciativa del gobierno de Evo Morales, con el aumento de los ingresos por hidrocarburos (procedentes del Oriente de Bolivia) se realizaron planes de mejoramiento de condiciones sociales de los sectores más bajos. La “Renta Dignidad” dota con 200 bolivianos (alrededor de 30 dólares) mensuales a todos los bolivianos de más de 60 años. El salario mínimo pegó un salto hasta los 575 bolivianos (83 dólares) - aunque sigue siendo insuficiente-. Una asignación destinada a las familias, el bono “Juancito Pinto”, otorga una ayuda para la escolarización de los niños. Es algo que irrita a los grandes propietarios del este del país, puesto que los fondos que se emplean en estos subsidios proceden de derechos sobre los hidrocarburos que los departamentos de la media luna debían percibir, además se han distribuido tierras a los campesinos. Estos son entre otros, factores que enfrentan a la región altiplànica otrora rica en minerales y pilar de la economía boliviana con la región de los llanos orientales hoy rica en petróleo y gas
Veamos las particularidades de las dos regiones en conflicto: a) El altiplano. Es una inmensa y alta meseta acorralada contra el cielo, a cuatro mil metros de altura. El sol, una bola de fuego que quema la piel. La sombra, glacial como la noche. ¿Y la noche? diez grados bajo cero, en chozas que nada puede calentar. No hay leña en el altiplano. Sólo el furioso ulular del viento contra los techos.
Algunos caseríos, algunas parcelas cultivadas, algunas praderas. Enfundados en gruesos pulóveres, los indígenas con sus gorros, las indígenas con sus sombreros. Durante mucho tiempo, a pie y doblados bajo enormes cargas, las manos vacías, tristes, silenciosos, destruidos, han sufrido la ley de los más fuertes. Con cierta regularidad, el fuego de formidables explosiones sociales los ha devuelto a la memoria de los más poderosos. Aquí en el Altiplano sobreviven algunos aymaras, gracias al cultivo de papas y a la cría de llamas y alpacas. El ganado muere cuando no llueve. Los seres humanos huyen de este lugar que fue el sostén minero de la república. En este altiplano se habían cimentado las bases en los años 1830-1850 de lo que sería la gran minería boliviana. Débiles y vacilantes durante ese período, con las familias Arce, Pacheco y Aramayo que detentaban la Compañía Huanchaca, La Guadalupe (Chichas) y el Real Socavón respectivamente, explotadoras de estaño, entraron en una segunda fase: la de ordenar adecuadamente sus operaciones e intentar por primera vez una racionalización de los trabajos mineros que fueron adecuadamente sistematizados con la esperanza de futuras ampliaciones al recibir capitales extranjeros, que, en la década de los 60 y a partir del gobierno del presidente José Maria Linares (1857-1861) incluían bombas de desagote de agua que inundaban los socavones y que habían sido la falta más grande e imposible de solucionar en el período de la explotación minera virreinal.
El estaño, clave económica
El agotamiento de los yacimientos estañíferos de Europa y la demanda de la industria norteamericana y europea que contaba con el estaño como un elemento ideal para aleaciones (hojalata, papel metálico, conservas, etc.), fueron los activadores del auge minero boliviano en el período 1900-1940.
El 31 de octubre de 1952 Víctor Paz Estenssoro (cuatro veces presidente de Bolivia) líder del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y al frente de la revolución de ese año, firmó el decreto de nacionalización de las minas en el campo de María Bartola en Catavi (Potosí). Uno de los postulados de la revolución había sido la eliminación del llamado súper estado minero. Entre abril y octubre de 1952 trabajó una comisión para estudiar las medidas a tomarse. Las presiones populares, canalizadas por la COB,(Central Obrera Boliviana), definieron algunas dudas. El decreto se firmó contando con el control obrero; una medida política sin precedentes en el continente, que demostraba fehacientemente la importancia capital del poder sindical, cuya fuerza se mostró nítidamente en los doce años de gobierno del MNR.( Movimiento Nacionalista Revolucionario).
La nacionalización revertía al estado todos los bienes (yacimientos e instalaciones) de las tres grandes empresas mineras de propiedad de: Simón Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos V. Aramayo. Los tres grandes grupos conocidos como los barones del estaño, controlaron la economía boliviana hasta la nacionalización de las minas (1952). Su influencia sobre liberales y republicanos fue decisiva y forzó las políticas de gobierno en favor de sus intereses. Debe destacarse también el hecho de que los empresarios mineros bolivianos, en el ámbito de la economía abierta y en igualdad de condiciones de competencia, lograron controlar las minas y derrotaron a sus competidores extranjeros, (chilenos y europeos), lo que marca una dinámica económica y una visión de empresa sin antecedentes en la era de la plata ni sucesores en la nueva burguesía posrevolucionaria.
Simón Patiño es, sin ninguna duda, una de las figuras centrales de la historia minera boliviana, a su alrededor se teje buena parte del siglo XX en el país y se establece el destino de cientos de miles de trabajadores bolivianos, nació en 1860 en Santibáñez (Cochabamba). Comenzó a trabajar en 1883 como dependiente en una casa comercial de Cochabamba. En 1894 trabajo en Oruro en la casa comercial Fricke. En 1895 se asoció con Juan Oporto quien tenía la concesión de la mina La Salvadora. La mina ubicada en el corazón del cerro Llallagua en el departamento de Potosí, que resultó ser la reserva estañífera de alta ley más grande del mundo. En 1900 descubrió la veta que lo haría rico. Se estableció en Oruro. En 1906 creó el banco Mercantil. Hacia 1910 su fortuna se consolidó y la modernización y mecanización de sus minas fue vertiginosa. Sus propiedades mineras se expandieron, consolidando el complejo minero más importante del país. (Llallagua-Catavi-Siglo XX, Uncía, Huanuni, las más importantes). En 1924 compró la totalidad de Llallagua a los accionistas chilenos. La Patiño Mines se valoraba ese año en 50 millones de dólares. Patiño radicó en Europa (París) y Estados Unidos. Sus intereses económicos se transnacionalizaron, la sede legal de su empresa estaba en EE.UU. Adquirió la fundidora de estaño inglesa Williams Harvey, además de otra en EE.UU y Alemania. Adquirió minas en Malasia y propiedades mineras en Asia, África y Oceanía, Hasta controlar buena parte del mercado mundial de estaño. En los años cuarenta se hallaba entre los hombres más ricos del mundo. El 20 de abril de 1947 murió en Buenos Aires a los 86 años. Fue enterrado en Cochabamba. Fuente: Edmundo Gumucio”Historia de la minería boliviana” Edit El cóndor 1987 La Paz, Bolivia.
El surgimiento del estaño fue providencial para la economía boliviana que vivía al finalizar el siglo XIX el desplome de la plata. El descubrimiento de una gran veta en la mina “La Salvadora” propiedad de Patiño en 1900 simboliza el cambio. El ámbito geográfico de la riqueza minera boliviana, distribuido fundamentalmente en los departamentos de Potosí y Oruro no cambió desde el inicio de la explotación colonial. El estaño no marcó la diferencia, los grandes yacimientos se ubicaron en la misma zona y más de una vez en las mismas minas en las que se había explotado plata, ya que es frecuente la presencia de ambos minerales, siendo inicialmente el estaño un subproducto de la plata. Esta circunstancia facilitó muchísimo el tránsito de un tipo de explotación a otro y no requirió al comienzo de ninguna inversión especial. Los exportadores contaban además con una infraestructura ferroviaria que los liberales ampliaron en su período, permitiendo la salida eficiente del mineral por la vía de Antofagasta primero y Arica después. Esto hizo que en menos de una década el estaño se convirtiese en un verdadero “boom” económico con el consecuente desplazamiento de unos empresarios por otros. En la era estañífera los yacimientos más grandes se encontraban más próximos a Oruro que a Potosí. Oruro se convirtió por esta razón en una ciudad próspera, sede de las más importantes empresas mineras, punto de abastecimiento de los centros mineros, sede de bancos y centro ferroviario del país.
El proceso de modernización industrial de la minería fue el más importante desde los grandes ingenios españoles del siglo XVI y XVII. La revolución tecnológica de los sistemas de extracción y tratamiento básico se hizo sobre todo hasta 1930, aunque Patiño prefirió comprar las empresas de fundición europeas y norteamericanas en lugar de instalar una fundición en Bolivia, ratificando su vocación empresarial por encima del interés de Bolivia de procesar minerales y darles valor agregado.
La producción estañífera de concentrados pasó de 16.000 toneladas en 1900 a 48.000 en 1920 (10.000 y 29.000 respectivamente de estaño fino en el mismo período). Muy pronto Bolivia se convirtió en el segundo productor mundial de estaño después de Malasia, puesto que ocupó hasta la década de los años setenta. Salvo el período 1915-1916 que registró fuerte caída como consecuencia de la guerra, el precio internacional fluctuó entre las 120 y las 250 libras esterlinas por tonelada en el período 1900-1920. (Fuente ministerio de minería y metalurgia de Bolivia boletín informativo n· 22 Mayo 1987.)
¿En qué benefició esta alza de precios al crecimiento del país? En escala muy pequeña, dado el mínimo impuesto que cobraba el gobierno sobre las exportaciones: el 3%. Cuando en 1916 Bolivia exportó más de 100 millones de B$., el erario recibió sólo 3 millones en concepto de impuestos. La minería representaba sólo un 17 % de los ingresos del erario. La desproporción de beneficios en la relación estado-empresarios es uno de los factores más cuestionados del sistema de libre empresa para países de escaso desarrollo.
Además de estaño, el país producía en esos años plata, wolfram, bismuto y cobre que completaban la cuota exportadora de minerales ampliamente dominada por el estaño. En medio de ese auge, las tres grandes empresas no eran las únicas, había un sector que puede denominarse de mineros medianos y miles de mineros chicos que producían un pequeño segmento del total. Entre 1910 y 1920 el número de trabajadores relacionados a la minería paso de 13.000 a 22.000.
Para la administración de las minas del estado se creó la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) que comenzó su gestión con graves desventajas, escaso capital de operación y sobre todo maquinaria ya obsoleta y muchas vetas en franco descenso de producción o simplemente agotadas. La consecuencia lógica fue un altísimo costo de producción que hacía poco competitiva la exportación estañífera boliviana.
La administración directa de las minas del altiplano permitió que importantes recursos se dedicaran a actividades de diversificación económica, muy especialmente para el desarrollo de la agropecuaria y la agroindustria en los llanos orientales (hoy llamados media luna) y a la capitalización de YPFB, lo que potenció a la empresa del petróleo haciéndola rentable y exportadora.
La consecuencia fundamental de la nacionalización fue la de haber transformado el funcionamiento del país al trasladarse el control de la economía de manos privadas a manos del estado (en 1952 las minas equivalían a más del 80% de los ingresos totales de la nación).
Los sucesivos golpes de estado, la inestabilidad económica producto de las políticas ligadas a una gran dependencia de Estados Unidos y el adelanto tecnológico en especial en química, que descubrió reemplazos para el estaño en la industria automotriz debilitaron en gran forma a la región del altiplano que era fuente principal de recursos para los departamentos de Beni, Pando y Santa Cruz de la Sierra.
La caída del precio del estaño producto del control de precio por parte de los Estado Unidos que había acumulado grandes reservas a un precio muy bajo y amenazaba con lanzarlas al mercado a un precio menor, cambiaron el factor de poder económico del altiplano donde estaban radicadas las minas hacia el oriente rico en gas y petróleo:
b) La región Oriental o media luna boliviana, la región en conflicto con el altiplano:
Desde fines de 2003, en Bolivia ha aparecido una nueva visión que recompone el concepto de oriente, la de la media luna. Esta reivindica un territorio que forma una media luna, por lo menos cartográfica, visión acompañada de una prolífica literatura, tanto periodística, como en forma de artículos de prensa y comunicados.
Al viejo corte geográfico existente entre Altiplano y tierras bajas o llanos, desde unas décadas se sobrepone una nueva fuente de divorcio, la del estatuto de la explotación de las nuevas riquezas en hidrocarburos, de la repartición de estas riquezas y de su utilización por una política nacional de desarrollo. Así, vuelve a la escena un antiguo debate cargado de contiendas y jamás verdaderamente arbitrado, entre la Bolivia interior o andina, y la Bolivia exterior o del Oriente, aquella que hace poco ha tomado como referencia el nombre de media luna. Una serie de problemáticas derivan de esta división, sea artificial o real, a gusto de los protagonistas, que lleva a interrogarse sobre la naturaleza y la realidad de este nuevo concepto de media luna.
El concepto de Oriente en la historia boliviana
En 1825, para los nuevos dirigentes del país, Bolivia era la Audiencia de Charcas, es decir la cobertura de una vasta empresa territorial, pero confusa, porque no estaba delimitada por falta de exploración y de población, que se extendía al norte hasta el río Purus, tenia una extensión sobre el río Madera, una frontera común e histórica con el Brasil, siguiendo el río Itenez (o Guaporé para el Brasil) y se enlazaba luego con el río Paraguay y reivindicaba el Chaco, virgen de toda ocupación hasta Asunción. Al sur la provincia de Tarija, anexada por la administración colonial al norte argentino, provincia de Salta, y que después de un referéndum, llegaría al seno boliviano. Disponía de una costa marítima con el puerto de Cobija, en pleno desierto de Atacama.
Esta Bolivia exterior presentaba por tanto, todos los caracteres de una apuesta geográfica que aglomeraba territorios extremadamente heterogéneos, casi despoblados en el oriente, que quedaba para explorar y administrar, y una soberanía que debía ser reconocida por los países vecinos.
En 1900, el Oriente boliviano estaba dividido en dos departamentos, Santa Cruz y Beni, y un territorio llamado de las Colonias del N. O., que comprendía el Acre. La superficie de este vasto conjunto era propiamente desmesurada, alcanzaba a 1.128. 514 km2.
La población del Oriente era entonces irrisoria, con 209. 593 habitantes para el departamento de Santa Cruz, 25. 680 para el del Beni y 7. 228 para el Territorio de las Colonias, lo que daba un total de 241 500 personas censadas, o sea una densidad de 0,20 por km2. (Meza Gisbert, Historia de Bolivia edit. Don Bosco 2003. El alto, la Paz Bolivia)
Regionalmente, se trata de un conglomerado de territorios de bosques y sabanas, aun de estepas con el Chaco que presenta fuertes variaciones entre Pando, el Beni y Santa Cruz, como al interior mismo de estos grandes departamentos, mientras que Tarija, aunque unida por las necesidades de la causa oriental a este conjunto, forma otra excepción geográfica.
La población del “oriente”, presenta una división que desde una veintena de años, se ha manifestado claramente entre la población denominada "karayana" de origen mestizo española, y la llamada indígena, por cierto en parte mestiza, que presenta un fondo cultural e histórico diferente, es portadora de fuertes reivindicaciones que exigen la restitución de sus derechos agrarios básicos y la legitimación de sus aspiraciones culturales. La reivindicación guaraní de un departamento autónomo del Chaco, donde probablemente existe una parte de manipulación interesada, genera, un malestar profundo en esta región.
A este antiguo fondo "Camba", para retomar la expresión actualmente en boga, se ha incorporado desde hace aproximadamente cincuenta años, una importante población migrante de origen andino que se ha vuelto probablemente mayoritaria en la ciudad de Santa Cruz y en algunas ciudades secundarias. ¿esta población andina adhiere a las tesis de los ultra regionalistas que sueñan con separarse de los Collas del Altiplano? Es una presunción extremadamente dudosa a pesar de la existencia de un proceso de integración a la realidad camba.
Existen también litigios regionales ligados a grandes famillas rivales, a las actividades económicas y a los límites departamentales, por ejemplo el litigio existente entre los departamentos de Cochabamba y el Beni, a propósito de las tierras ricas en hidrocarburos; igualmente entre Chuquisaca y Santa Cruz, la partición territorial impuesta del Chaco en 1904, ha dejado secuelas reavivadas actualmente por la eventual explotación del gas.
Las reivindicaciones en curso de millones de hectáreas por las comunidades indígenas originarias (20 millones de hectáreas para el conjunto del país, cuya mayoría se encuentra en el oriente) malogran la omnipotencia tanto económica como política de lo que se llama en oriente “el agropoder” ejercido por algunos centenares de familias antiguas, que se oponen a unos indispensables impuestos rurales significativos para paliar necesidades urgentes de la clase social mas desprotegida del país.
Todas estas observaciones indican que el concepto de media luna está muy enredado en su realidad intrínseca, porque detrás de una unidad aparente, reivindicada por una élite urbana y administrativa local, afloran fuertes distorsiones socio-económicas y culturales, como divergencias de fondo entre los grandes actores económicos de la agroindustria o del sector energético. En caso de autonomía o aun de independencia de la media luna, Tarija, que de aquí a algunos años dispondrá de lo esencial de los ingresos del maná de los hidrocarburos ¿está lista para compartirlos con sus hermanos de los otros departamentos menos favorecidos o pobres? Porque la verdadera realidad económica futura está allí: la riqueza en hidrocarburos hoy está localizada en ese departamento. El advenimiento de Evo Morales ha tornado la situación a un dinamismo no conocido en Bolivia, las reivindicaciones de la clase mas sumergida tienen ahora una oportunidad histórica. En el marco del MAS el gobierno ha lanzado medidas resistidas por los grupos sociales dominantes por que ven sus intereses en peligro.
En ocasión de la convocatoria a la Asamblea Constituyente, una reivindicación indígena destinada a cambiar los fundamentos de la sociedad, el MAS se puso de acuerdo con Poder Democrático y Social (Podemos), el partido del ex presidente de derecha Jorge Quiroga. Actuando como una instancia pre-constituyente, la Asamblea Nacional decidió que la nueva Constitución Política del Estado (CPE) debería ser votada por una “mayoría de dos tercios” en la Asamblea Constituyente, antes de ser sometida a referéndum. Una mezcla de angelismo democrático, de falta de experiencia y de fe. Todavía en su nube victoriosa, el poder se sentía ampliamente mayoritario. Y lo es. Pero, con ciento treinta y tres de los doscientos cincuenta y cinco asambleístas electos, nunca podría alcanzar los dos tercios imprudentemente aceptados en nombre de un hipotético “consenso”. Lo que permitió a la derecha bloquear todo.
Para impedir que se reuniera, la oposición boicoteó sistemáticamente la Constituyente. Aunque se suponía que debía elaborar la nueva Constitución en un año, a la Asamblea le llevó ocho meses… redactar su reglamento interno. Cuando el plazo establecido expiró, su mandato debió ser prolongado. Al término de un nuevo acuerdo entre el MAS y Podemos, la Asamblea Nacional aceptó esa prolongación y estipuló que la CPE podria ser aprobada por “mayoría simple” e incluir un referéndum para dirimir los temas en conflicto. El abogado Jorge Antonio Adum, presidente de la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales dio saltos retrospectivos: “El Poder Legislativo no puede reaparecer y, cuando la Constituyente está en actividad, modificar las reglas de juego. Es anticonstitucional, eso ya no está entre sus atribuciones”. El argumento no deja de ser pertinente. Sin embargo, las nuevas reglas están dictadas por una ley de la República, con la participación de la oposición.
En Sucre, donde sesiono la Constituyente (y también en Santa Cruz), la nueva situación genero luchas, provocaciones y manifestaciones. Impedidos de proseguir con su trabajo por los Comités Cívicos, el 23 de noviembre de 2007 los representantes pertenecientes a la mayoría se refugiaron en un liceo militar. En la calle, las escaramuzas entre las fuerzas del orden y los opositores produjeron tres muertos en las filas de estos últimos. Finalmente fue en Oruro donde, el proyecto de Constitución fue votado por más de dos tercios de los presentes, los masistas y sus aliados. La realización del acto fuera de plazo de convocatoria provocó la ausencia de la oposición.
Al optar imponerse por la fuerza, el MAS permitió que una derecha con antecedentes militaristas, autoritarios y dictatoriales, levantara la bandera de la democracia. De la misma manera genero el motivo para hacerse castigar con el tema de la “autonomía”.
El 2 de julio de 2006, por iniciativa ciudadana, tuvo lugar un referéndum sobre las autonomías departamentales. En un país que ha sufrido históricamente una centralización excesiva, en lo que se refiere a los departamentos, dio un giro repentino en los días anteriores a la votación y llevó a cabo una fuerte campaña por el “no”. Lo animaban buenas razones. Antes de su partida, el ex presidente Mesa, otorgó a los departamentos la posibilidad de elegir sus prefectos (gobernadores) por sufragio universal directo.(antes eran nombrados por el presidente) Una bomba con efectos retardados. Los cuatro prefectos de la oposición de la Media Luna (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando) manifestaron veleidades que se parecen furiosamente al separatismo. Y buscaron la confrontación.
Pero otras motivaciones animan al Presidente políticamente más problemáticas, e incluso “incomprensibles” para algunos de sus simpatizantes: “Hay siempre una duda, en el seno del gobierno, entre la práctica de la negociación, que más bien proviene de los sectores parlamentarios y urbanos intelectuales, y una línea más radical, la del polo indígena y campesino, que impone golpes de fuerza muy duros.
Durante la consulta, el “no” (a la autonomia) logró un amplio triunfo en el conjunto del país. En cambio, localmente, Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija votaron mayoritariamente por el “sí” y reclamaron una aplicación inmediata, que el Presidente rechazó colocándose en una posición contradictoria, porque había sido él quien había firmado el 6 de marzo de 2006 la ley 3365 de convocatoria, que estipulaba, en su artículo 2: “Los departamentos que, a través del presente referéndum, lo aprueben por simple mayoría de votos, accederán al régimen de autonomías departamentales inmediatamente después de la promulgación de la nueva Constitución del Estado”. La oposición se adueñó de una nueva bandera, la de la descentralización. Antes de abrir un tercer frente, el de la “capitalidad”.
Caza al indio
Sucre, históricamente capital constitucional del país, vio después de la guerra federal de 1899 cómo el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el gobierno se trasladaban a La Paz, dejándole sólo el Poder Judicial. De pronto la ciudad reclama el retorno a su estatus de antaño.
¿Sucre, capital de Bolivia? Ubicada en un valle rodeado de montañas, blanca como los edificios de su centro colonial, decide sobre las zonas rurales que la rodean en el departamento de Chuquisaca. Son zonas indígenas. Las más pobres de Bolivia. De clima seco, pendientes escarpadas, tierras infértiles. Una agricultura reducida a su más simple expresión. Y un voto masivo por “Evo”.
En Sucre hay, como en cualquier otra ciudad boliviana, huellas de discriminación respecto al “indio”. La llegada del nuevo jefe de Estado y, luego, la instalación de la Asamblea Constituyente, precisamente en esta ciudad pusieron en evidencia esos prejuicios. Desde que fue electo para esta Asamblea, Urquizo Cuellar, dirigente de la Federación Única de los Pueblos Originarios de Chuquisaca, fue declarado “persona no grata”. Su foto y las de sus compañeros indígenas elegidos con los votos del MAS se exponian en las paredes, en los negocios, en los restaurantes, acompañadas de inscripciones como “Traidor. Enemigo del departamento”.Era un delito representar a las zonas rurales en la Asamblea. Era un delito ser campesino, ser quechua. El 24 de mayo de 2008 el presidente Morales debía aterrizar en el estadio de Sucre en helicóptero, entregar dos ambulancias y dos millones de dólares para proyectos sociales en los barrios periféricos y en las zonas rurales. El Comité Interinstitucional creado el 7 de marzo para defender los intereses de la región, integrado por la Universidad San Francisco Javier de Chuquisaca, la alcaldía,( un equivalente al intendente de partido en la Argentina) un grupo “cívico” (Codeinca) y la organización patronal del departamento se movilizó. Jaime Barrón, rector de la universidad Gabriel Rene Moreno de Santa cruz de La sierra, que además es el presidente de este bloque se lo impidieron.
Grupos de choque de la Unión Juvenil Cruceñista que habían llegado en automóviles desde el este del país, se mezclaron con los estudiantes de la universidad muy bien organizados y apoyados por los vehículos de la alcaldía, persiguieron a los indígenas y los capturaron. Amenazados de ser lapidados o quemados vivos, decenas de indígenas pacíficos fueron brutalmente empujados hacia la plaza principal. Los obligaron a arrodillarse, a tirarse al suelo y a insultar al Presidente. Descontrolada la multitud manifestó su discriminación: “¡Sucre de pie! ¡Evo de rodillas!”.
¿Descentralización o sedición?
Santa Cruz de la Sierra (capital del departamento de Santa Cruz) se convirtió con el correr de las décadas en la ciudad más poblada y próspera de Bolivia con una burguesía inicialmente territorial y luego industrial y exportadora. Sin abandonar la agroindustria, los ciclos del azúcar y del arroz fueron sustituidos por la soja. Hubo un crecimiento fenomenal, estimulado por el Impuesto Directo sobre los Hidrocarburos (IDH) explotados en este departamento como en el de Tarija.
La burguesía de Santa Cruz se desarrolló en los años ’50. Durante los dieciocho años de dictaduras militares que comenzaron en 1964, se la encontró siempre detrás del poder (la organización patronal local financió el golpe de Estado del general Hugo Banzer en 1971). Después del retorno de la democracia, vino la larga pesadilla neoliberal (1985-2003). “Durante ese período –testimonia Jorge Paz, dirigente de un barrio periférico de la capital cruceña– la derecha cívica, la que hoy se dice autonomista, participó en todos los gobiernos. Son entonces los más centralistas. Carlos Dabdoub (actual secretario para la autonomía del departamento) fue ministro bajo la presidencia de Jaime Paz Zamora (1989-1993).”
Recién en 2000 el sistema comenzó a decaer y se hundió en 2003, con el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada. Viendo entonces sus intereses en peligro, los grupos de poder inventaron la tesis de la autonomía. Se unieron y toda una campaña mediática les permitió defender sus prebendas a través de un nuevo mito en el cual ellos mismos no creen.
En lo que sí creen, en cambio, es en la recuperación total del IDH “confiscado” –hasta un 30%, para financiar la Renta Dignidad– por el gobierno central. Olvidando conscientemente que la nacionalización de los hidrocarburos compensó esa pérdida, ya que la revisión hacia arriba de la base impositiva de las multinacionales aumentó la parte correspondiente a las municipalidades y a las prefecturas.
El prefecto Costas, (Gobernador de Santa Cruz) a pocas semanas del referéndum revocatorio nacional al cual se sometieron el Presidente, el Vicepresidente y ocho prefectos (incluido el mismo Costas), al referirse a la probable derrota de Evo Morales en el departamento de Santa Cruz, mostraba sus verdaderas intenciones “Nosotros no decimos que Evo ya no podrá venir; podrá venir, pero de paseo, porque aquí no gobernará más” (El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 16-7-08.)
Las violentas manifestaciones, sistemáticamente organizadas desde el momento en que se anuncio su viaje, impidieron al Presidente aterrizar en los cuatro departamentos de la Media Luna y en Sucre. ¿Descentralización o sedición?
Se le reprocha a Morales que dedica su energía a tratar de mejorar la suerte de los pobres de su país. Como éstos son mayoritariamente indígenas, el grueso de los programas sociales está dirigido prioritariamente hacia ellos. ¿Indigenismo? Tal vez. En cierta medida. Pero también consideración de las relaciones de fuerza. El elemento humano es siempre difícil de controlar, especialmente cuando se trata de una masa indígena, históricamente marginada y, por esta razón, comprensiblemente testaruda y obstinada. Lo atestigua el poderoso movimiento social lanzado por los mineros y los docentes de la Confederación Obrera de Bolivia (COB), en este contexto y en estos momentos delicados, para mitigar la situación, el gobierno anunció, que las dos empresas privadas que administran el sistema de jubilaciones –BBVA y el Grupo Zurich– serian reemplazadas por el Estado.
Morales fue ampliamente confirmado en su función, con casi el 68% de los votos. Pero los prefectos de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija también triunfaron en sus departamentos (Fueron revocados los prefectos de Cochabamba y de La Paz -oposición-. Savina Cuéllar en Chuquisaca no estuvo involucrada en este referéndum.)
Rubén Costas, presidente del Consejo Nacional Democrático (Conalde), que agrupa a las regiones autonomistas, ya ha anunciado que continuará impulsando la autonomía y “resistiendo las reformas promovidas por Evo Morales, como la nacionalización de los recursos naturales y la redistribución de la tierra” (BBC Mundo, Londres, 11-8-08.)
En los días previos al referéndum se multiplicaron las “huelgas de hambre” de los comités cívicos en las regiones rebeldes, los disturbios, las acciones violentas y el llamado (del alcalde de Santa Cruz, Percy Fernández) al derrocamiento del jefe de Estado por las fuerzas armadas.
A lado de preguntas referentes a la viabilidad interna de esta media luna, se plantea otra interrogante: ¿el oriente puede realmente romper sus lazos con la Bolivia andina, en la hipótesis de una disolución del marco unitario boliviano?
No podemos pensarlo razonablemente, porque los lazos que forjan un conjunto común se han vuelto hoy muy fuertes e indispensables a las actividades del oriente, tanto a nivel de los medios de transporte, telecomunicaciones, servicios básicos, del mercado de productos, de la salud o de la educación.
Una separación supondría una regresión sin punto de comparación en los ingresos, por otra parte, fuertemente variables en función de la coyuntura mundial, esperados de la venta de hidrocarburos o de la soja, de la que Bolivia es la quinta exportadora mundial.
Un Estado oriental separado pesaría muy poco frente al potente y dinámico Brasil, cercano y muy presente económicamente, también frente a la Argentina, otra potencia de peso, y también frente al pequeño Paraguay, mucho más sólido en su unidad.
La reciprocidad es por cierto verdadera en la Bolivia andina. Privada de la parte oriental del país, el Altiplano, ya golpeado por la desertificación de sus pobres campos, privada de industrias de peso, acusando importantes atrasos socio económicos, sin salida independiente hacia el exterior y sin hidrocarburos, sería sólo un país fracasado, una ficción de Estado reducido a la mendicidad internacional y a sus luchas partidarias internas sin horizonte…
El recuerdo de todos estos lugares comunes elementales, indica claramente que una de las soluciones a los problemas, tanto de Bolivia andina como oriental, pasa primero por una transacción equitativa que permita por sí sola una refundación de una Bolivia multipolar, geografía obliga, pero manteniéndose profundamente solidaria en la movilización de sus medios por la lucha contra el subdesarrollo, que es uno de los problemas más importantes de América del Sur.
RICARDO GONZALEZ SAAVEDRA.
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