lunes, octubre 10, 2011

LA REFORMA UNIVERSITARIA ARGENTINA DE 1918


LA REFORMA UNIVERSITARIA DE 1918

La Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica

Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.

Manifiesto de Córdoba

21 de junio de 1918
Tomado de Federación Universitaria de Buenos Aires

Antecedentes

Contexto histórico e ideológico

Desde el último cuarto del siglo XIX, la Argentina, tenía configurado un sistema político claro y visible: el oligárquico. [1]

Debían acelerarse los cambios a raíz de los estímulos del “progreso”. El mundo comenzó la integración plena del mercado y el capitalismo irrumpió con su gran expansión. Sin embargo, la organización institucional era deficiente por lo que los efectos de dichos cambios se vieron limitados.

En ese panorama, consolidar el estado fue una tarea fundamental. Cuando asumió por primera vez la presidencia el general Julio A Roca en el año 1916, debió trabajar arduamente para completarla.

Aseguró la paz y el orden y el efectivo control sobre el territorio. Desde 1810 y a lo largo de siete décadas, las guerras civiles habían sido casi endémicas: los poderes provinciales habían luchado entre sí y contra Buenos Aires y a pesar de todo ese movimiento, el Estado nacional poco a poco fue dominando y subordinando a quiénes hasta entonces habían desafiado su poder y aseguró para el ejército nacional el monopolio de la fuerza.

El Estado afirmó su poder sobre los vastos territorios controlados por los indígenas, arrinconando, en 1879 a las tribus en el contrafuerte andino y hacia 1911 se completó la ocupación de los territorios de la frontera nordeste. Los límites territoriales del Estado se definieron con claridad y las cuestiones internas se separaron tajantemente de las exteriores.

Desde 1880 se configuró un nuevo escenario institucional cuyos rasgos perduraron largamente. Apoyado en los triunfos militares, se consolidó un centro de poder fuerte, cuyas bases jurídicas se hallaban en la Constitución sancionada en 1853 y que, según las palabras de Alberdi, debían cimentar “una monarquía vestida de república[2]

Era hora que la Argentina se insertara en la economía mundial, para ello el Estado actuó deliberadamente a favor, adaptándose a un papel y una función que le convenía.

En ese momento Gran Bretaña ya era una potencia desde 1810 y la Argentina no lo ignoraba al grado de formar una asociación estrecha con dicho país. En un principio fue solo una asociación comercial, pero después de 1850, esos lazos se acercaron aún más por la gran expansión de la producción lanar que implicaba una organización sobre bases definitivamente capitalistas y por supuesto la expansión industrializadora de Gran Bretaña, convertida en ese momento, “en el taller del mundo[3]

He ahí la ocasión para profundizar las relaciones comerciales y financieras porque Gran Bretaña aportó sólidamente el costo financiero de la construcción del Estado. En este punto se hace necesario remarcar la importancia de esta relación que maduró aun más después de 1880 en la era del Imperialismo.

Gran Bretaña empezaba a afrontar la competencia de nuevos rivales aunque era dueña indiscutida del mundo colonial. Alemania y Estados Unidos y el mundo entero fueron dividiéndose en aéreas imperiales tanto formales como informales, por consiguiente, el imperio ya era incapaz de competir industrialmente y tuvo que refugiarse en sus monopolios, asegurándose grandes ganancias por inversiones privilegiadas de bajo riesgo y gran rentabilidad.

Indudablemente la Argentina estaba en el foco de atención para generar y asegurar esas ganancias que estaban por demás garantizadas, ya que entre 1880 y 1913, en nuestro territorio, el capital británico creció casi veinte veces: entre el comercio, bancos, préstamos al Estado, préstamos hipotecarios sobre las tierras, exenciones impositivas, inversiones en empresas públicas de servicios, como tranvías o aguas corrientes y sobre todo los ferrocarriles, beneficiándose con tierras que recibían a los costados de las vías por tenderse.

Sin embargo de toda esta asociación anglo - argentina, habían aspectos positivos: si los británicos obtenían buenas ganancias por sus inversiones o la comercialización de la producción local, dejaban un amplio campo de acción para los empresarios locales, que eran los grandes propietarios rurales, a quienes quedaba reservada la participación mayor en una producción que fue posibilitada por la infraestructura instalada por los británicos.

Los terratenientes de la pampa húmeda eran altamente beneficiados de la generosidad del Estado que paradójicamente ellos mismos controlaban porque se adecuaron a las condiciones económicas para obtener la mayor ganancia posible. En el Litoral se inclinaron por la agricultura a raíz de la escasez de ganado, colonizaban las tierras que las conseguían a precios muy baratos y luego las arrendaban. En la provincia de Buenos Aires explotaron el ganado lanar hasta que se instalaron los frigoríficos que luego hizo rentable la explotación de vacuno refinado con las razas inglesas destinadas a la exportación. Se agrandó la colonización agrícola: las tierras se destinaron a cereales, forrajes y pastoreo, asociándose de esta manera con la ganadería.

Es en esta época que, en el escenario social irrumpieron nuevas capas medias y sectores populares, justamente producto del desarrollo agroexportador de las industrias y servicios volcados al mercado interno. Los sectores medios se dedicaban a sus actividades profesionales o cumplían funciones administrativas del Estado y en otros casos controlaban las empresas exportadoras. Estos nuevos grupos que se insertaron en la sociedad argentina exigieron participar en el Estado y en el sistema político y criticaron duramente el viejo sistema de alianzas entre el Estado y grupos extranjeros.

El descontento aún era mayor porque el sistema político no permitía la participación electoral de los sectores marginados, por lo que era necesaria una reforma del sistema político.

En este contexto hace su aparición la Unión Cívica Radical (UCR)[4] que canaliza los movimientos de protesta de esos nuevos grupos sociales y de esta manera se proyecta como el partido de la reforma política y de la modernización[5], tal es así, que las leyes de Reforma Electoral durante el Gobierno de Roque Sáenz Peña, alteran el curso de la política argentina, incrementando la fuerza electoral de los radicales:

· Se amplió la población sufragante

· Se conquistaron bancas parlamentarias, municipales y provinciales

· En 1916 alcanzaron la Presidencia de la República con Hipólito Irigoyen

Es importante también destacar el ascenso de las capas medias hacia las estructuras económicas y demográficas como producto de una transición desigual de la sociedad tradicional hacia la sociedad moderna.

Hacia fines de siglo, la Argentina ya manifestaba significativamente un desarrollo industrial. En cambio, en las primeras décadas del siglo XX, se mostraba como uno de los centros mundiales de exportación de productos agropecuarios.

Entre 1869 y 1914, el proceso de urbanización fue impulsado por las inmigraciones europeas, teniendo en cuenta que, en 1869 el 25% de las personas vivían en ciudades de más de 2.000 personas en cambio el 75% vivía en zonas rurales. Con respecto al año 1914, el crecimiento rural fue notorio porque el 53% de la población era urbana y el 47% era rural.

Toda esta configuración de la sociedad, impulsó en las primeras décadas del siglo, el crecimiento de las capas medias, destacándose por ejemplo la enseñanza en la secundaria y universitaria, esta última con un crecimiento de su matrícula en un 4,3%.

Es importante destacar que durante los gobiernos radicales se reforzaron los procesos de modernización y transformación de las instituciones del Estado aunque desde mediados del siglo XIX las élites argentinas intentaban articular la construcción nacional en base a la corriente histórica del movimiento de la modernidad pero como epicentro en el modelo de Europa Occidental y lo que se reclamaba era la construcción de la nación pero a partir de la realidad argentina.

En esas condiciones surgió el discurso positivista[6] articulándose con el movimiento democrático liberal con nacientes corrientes socialistas.

En esa época también se insertó la corriente literaria modernista[7] con un nuevo lenguaje político y ensayístico, a tiempo de rescatarse la tradicionalidad indígena e hispánica. Aunque con discurso filosófico se reclamaba el rol del individuo en la sociedad y en la historia, por otra parte, en forma idealista, apareció el discurso del individuo como sujeto activo impulsado por ideas vitales y fuerzas morales en afán de modificar el orden tradicional.

Es importante destacar el fundamento por el cual emergió el discurso positivista en la Argentina. Desde su constitución como Estado Nacional, las elites argentinas conceptualizaban a Europa Occidental como referente y paradigma de su discurso. Como consecuencia, estas élites se consideraban parte integrante de movimientos culturales, filosóficos, literarios y políticos cuya matriz estaba en la Europa de la modernidad. Es el estallido de la Primera Guerra Mundial que impulsó a los intelectuales argentinos a buscar o repensar respecto a su relación con Europa en aras de un basamento ideológico y búsqueda de un modelo a seguir.

José Ingenieros, que adhería al discurso positivista, sostenía que frente al viejo mundo moral que engendró horrores de la guerra, se debía cultivar una fe optimista en la fuerza de ideales nuevos. Los ideales debían tener una significación importante toda vez que estos podían actuar como fuerza impulsora de la acción y el progreso social. Le asignó un papel importante a la juventud como sujeto protagonista de las transformaciones culturales. [8] Los jóvenes argentinos y latinoamericanos se encontraban desilusionados del accionar político y aspiraban el retorno a las raíces de la cultura regional.

El tema primordial de las generaciones era afrontar el desafío de la crisis de la civilización europea y quebrar su conducción intelectual para salvar mediante la juventud a nuestro pueblo, del destino del pueblo europeo.

Las universidades argentinas bajo el Estado Nacional fueron centros formadores de élites profesionales e intelectuales que organizaban la administración pública y creaban las pautas ideológicas, políticas y jurídicas de la legitimidad de los bloques en el poder. Junto con esta función de legitimación, las universidades se configuraron como un espacio de reflexión de los arquetipos culturales, económicos y políticos que más tarde asumirían las élites de poder.

Tal es así que ya en la primera década del siglo XX, surgieron reclamos reivindicadores de la juventud estudiantil. Entre 1900 y 1905 se organizaron centros estudiantiles en las Facultades de Medicina. Ingeniería y Derecho en la Universidad de Buenos Aires,[9] pasando su accionar a presiones más contundentes, porque en 1903 y 1905, estudiantes de Derecho y Medicina se declararon en huelga exigiendo:

· Nuevo sistema de exámenes

· Reducción de aranceles

· Reforma de procedimiento para designar personal docente

En 1908 se fundó la Federación Universitaria de Estudiantes de Buenos Aires y ese mismo año se celebró en Montevideo el “Primer Congreso de Estudiantes Americanos”. En esa ocasión, el discurso de los delegados era netamente positivista, producto de las connotaciones democráticas y modernizadoras de esa filosofía y se debatió en forma especial la participación estudiantil.

Desarrollo

Movimiento de La Reforma, Córdoba - 1917

Buenos Aires era el epicentro del proceso de modernización y regionalización del sistema, en contrapartida, la Universidad de Córdoba, sita en Córdoba había quedado bastante rezagada. Al respecto, Sarmiento sostenía: “El espíritu de Córdoba hasta 1829 era monacal y escolástico. Allí las conversaciones se producían acerca de procesiones, fiestas de los santos, exámenes universitarios, tareas religiosas de las monjas, etc.

Recordemos que en el preludio del movimiento universitario, la sociedad estaba experimentando un proceso de transformación que presentaba diferenciaciones en la estructura social:

· Irrupción de las capas medias

· Llegada de emigrantes extranjeros

La universidad fundada en el año 1613 por los Jesuitas, ostentaba el prestigio de ser la primera Universidad en la Argentina y aunque en 1858 paso a depender administrativamente del gobierno nacional, mantenía sus rasgos fundacionales basados en:

· Una estructura de poder

· Organización de estudios

En general las universidades eran centro de:

· Discusión

· Crítica

· Elaboración

· Reproducción

· Discurso de la modernidad

Sin embargo de todo esto, la universidad de Córdoba se apartaba de los impulsos del mundo moderno y es exactamente este escenario que brinda la explicación concreta de la irrupción del movimiento de reforma y la radicalidad que esta asume.

¿Qué generó el movimiento?

En Diciembre de 1917 los centros de estudiantes de Ingeniería y Medicina hicieron llegar simultáneamente ante las autoridades universitarias una serie de demandas relacionadas con la organización de sus estudios. Ante la protesta estudiantil las autoridades cerraron toda posibilidad de diálogo que en definitiva fue el desencadenante del movimiento ya que aumentó el número de demandas y activó el inconformismo profundo entre los estudiantes.

El 14 de Marzo de 1918 se constituyó el Comité Pro-Reforma que actuó solo como dirección de movimiento hasta que el 16 de Mayo de 1918, se llevó a efecto la fundación de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC). La dirección del movimiento convocó a una huelga general y boicot de clases hasta que la Rectoría diera satisfacción a sus demandas, sin embargo, el conflicto se extendió y las demandas parciales de un principio se ampliaron y radicalizaron y así se configuró un programa de reforma universitaria.

El movimiento estudiantil exigió un cambio radical en los contenidos y métodos de enseñanza, los cuales implicaban:

Þ Aceptación del pluralismo filosófico del ejercicio de la crítica de la experimentación científica

Þ La autonomía de la Universidad de la influencia eclesiástica

Þ Impugnación de las estructuras autoritarias de poder

Þ Participación estudiantil en el gobierno de la Universidad

Ante estas exigencias, el Consejo Universitario se negó a dialogar con los estudiantes y estos empezaron a realizar asambleas en las diferentes facultades, hubo inasistencia colectiva a clases, concentraciones públicas e inclusive hubieron actos de agitación callejeras, lo que demuestra que el movimiento universitario llegó más allá del ámbito universitario.

En ese contexto la ciudad de Córdoba se encontraba dividida en 2 fracciones: los Reformistas y los Clericales, es decir, los primeros que apoyaban al estudiantado y los segundos que pretendían que todo se mantuviese bajo el orden hasta ese momento vigente.

La decisión que marcó la explosión estudiantil fue cuando el 2 de Abril, el Consejo Universitario resolvió suspender las clases. Ante este acto autoritario, la dirección del movimiento estudiantil solicitó al Ministerio de Instrucción Pública del Gobierno presidido por Irigoyen la intervención de la universidad que fue aceptada con el nombramiento de José Matienzo, designado como interventor el 11 de Abril.

El 22 de Abril, este representante del gobierno, presentó un proyecto de Reforma del Estatuto de la Universidad, cuya idea central era la democratización del poder académico, para ello declaró vacantes los cargos de rector y de decanos y bajo su dirección se llevaron a cabo las elecciones de los miembros del consejo de la universidad y de decanos ocurrida el 28 de Mayo.

El Estatuto

El Estatuto daba participación al cuerpo de profesores titulares y suplentes y para el 15 de Junio se convocó a elecciones para elegir al Rector, siendo los candidatos: el Dr. Antonio Nores, apoyado por los anti reformistas y el Dr. Enrique Martínez Paz apoyado por la FUA (Federación Universitaria Argentina), resultando elegido el Dr. Nores. Ante este panorama, los estudiantes reunidos en asamblea, el 15 de Junio acuerdaron ir a una Huelga General en señal de protesta por la elección de un Rector que representaba el espíritu de la universidad tradicional. Este movimiento estudiantil fue respaldado por:

Þ Todas la Federaciones universitarias

Þ Sindicatos

Þ Personalidades de las letras y de la cultura

Pero lo más destacado de esta última protesta fue el apoyo que recibió de la FUA, Federación Universitaria Argentina porque decretó, en apoyo a los estudiantes de Córdoba, una huelga de 4 días.

Siguiendo el ritmo de las protestas, del 20 al 31 de Julio se desarrolló el Primer Congreso Nacional de Estudiantes Argentinos en la Universidad de Córdoba. En dicho evento se ratificó en gran parte la plataforma programática de los estudiantes de Córdoba a tiempo de recibir la solidaridad y apoyo público del Partido Socialista, especialmente de quiénes eran considerados maestros e inspiradores de la juventud: José Ingenieros, Alejandro Korn y Manuel Ugarte.

La respuesta no se dejó esperar. El Rectorado dispuso la clausura indefinida de la Universidad, mientras las fuerzas conservadoras se movilizaban en contra del movimiento de reforma. Ante esta drástica decisión, el 9 de Septiembre el movimiento estudiantil de Córdoba tomó la enérgica medida de ocupar la Universidad y en comunicado público, los estudiantes se dieron a la tarea de invitar “al pueblo a concurrir a la inauguración de clases”.

El gobierno no podía estar ajeno a todo este movimiento estudiantil de reclamo incesante, que había traspasado los límites de un simple pedido re-organizativo a la reacción de un sector social ansioso de cambios estructurales. Obviamente el gobierno de Irigoyen respaldó la lucha de los estudiantes por tratarse de una lucha anti oligárquica, para ello y actuando con prontitud, legalizó las reivindicaciones estudiantiles.

El 7 de Octubre, se emitió el Decreto Presidencial sellando de esta forma el triunfo de la lucha del movimiento estudiantil, en otras palabras, se legitimizó legalmente la Reforma Universitaria iniciada en Córdoba.

Contenidos más importantes de la Reforma

La Reforma Universitaria marcó el comienzo de una nueva historia de lucha consagrada al futuro estudiantil. Entre sus principales preceptos están:

Þ La coparticipación estudiantil en el Gobierno de la Universidad

Þ La asistencia facultativa a los cursos

Þ La renovación periódica de las cátedras

Þ La flexibilidad en los procedimientos de exámenes

El 11 de Octubre, fue designado por el gobierno, como interventor, nada menos que el ministro de Justicia e Instrucción Pública del gabinete de Yrigoyen, el Dr. José S. Salinas, lo que demuestra la importancia nacional que había adquirido el conflicto y se suscribe un decreto de reformas el 12 de octubre de 1918.

El Movimiento de la Reforma Universitaria de Córdoba, su plataforma y discurso ideológico, desencadenaron no solo un movimiento a nivel nacional sino a nivel continental porque marcó el camino para la reforma y renovación de todas las universidades. El historiador Halperin-Dongui sostenía que el movimiento de la Reforma Universitaria de Córdoba era el caso más característico de la corriente anti oligárquica que se explica por la incipiente movilización política de los sectores populares[10]. Se gestó y desarrolló en la matriz de un amplio sentimiento social de modernización que exigía una democratización en vías de producir un cambio en los grupos sociales en ascenso.

Manifiesto del Movimiento Estudiantil

El discurso y el proyecto del Movimiento Estudiantil de la Universidad de Córdoba, emitido el 21 de Junio de 1918, instituyó un texto clave para reedificar su ideología fundacional y al mismo tiempo restaurar sus aspiraciones y objetivos para estructurar el proyecto histórico del movimiento. Ya el subtitulo de este manifiesto transmite desde el emisor hasta el destinatario del mensaje el anhelo de llegar a todo el continente: “La juventud Universitaria de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica”. Los estudiantes de Córdoba exhortan: “Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”.

El Manifiesto se encuentra redactado en estilo enfático y a través del mismo, empleando recursos connotativos como metáforas[11] e imágenes poéticas[12] crea en los destinatarios del discurso una comprensión más completa de las ideas del movimiento, de su coherencia y de un reconocimiento expresivo y sensitivo. Y todo esto es nada más que la exteriorización del lenguaje y el sentir generacional producto de los movimientos culturales y de pensamiento del período.

Estas ideas coherentes y consistentes se encuentran en:

Þ La denuncia del poder autoritario y de dominación que consolida el modelo de una universidad contraria a la democracia y a la modernidad

Þ La juventud, en tanto y cuanto es un sujeto histórico, legitima y enaltece a la revolución

Þ La cimentación de un poder democrático y de una nueva preeminencia ética y espiritual

El poder académico es enjuiciado tanto en la forma en que este lo ejerce así como por sus connotaciones ideológicas e institucionales. Además el texto hace referencia directa a la influencia del clero y la iglesia en la dirección de la universidad y se la caracteriza como un centro de la opresión clerical. En relación a la estructura del poder que los estudiantes han derribado con su acción, esta es denominada como “la antigua dominación monárquica y monástica aludiendo la frase a la dominación colonial hispana, por lo cual, la acción reformista es entendida como la ruptura de “la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación[13]. Esta dominación esta clarificada sobre un derecho especial otorgado al profesorado universitario. En este contexto la “categoría profesorado” se refiere a los catedráticos, categoría que se crea así misma[14], aludiendo claramente esta frase a la ausencia de concursos públicos para generar los cargos docentes y la práctica de pagar lealtades y relaciones de amistad con puestos docentes, sin tomar en cuenta antecedentes académicos. Por otra parte, este grupo de docentes ejerce el poder en forma tiránica y autoritaria, excluyendo de la toma de decisiones y de generación del poder al estamento estudiantil.

La universidad atrincherada en un saber canonizado rechaza los desafíos de la modernidad excluyendo a las ciencias de su territorio e impidiendo el acceso al profesorado a los intelectuales y hombre de ciencia que representan el espíritu de los nuevos tiempos. De la misma manera, se critican los métodos autoritarios y dogmaticos de enseñanza que excluyen la discusión y la crítica de los contenidos.

Por otra parte, la universidad es impugnada por ser un sistema fundado en el autoritarismo, el que se conceptualiza como antagónico al espíritu de una universidad moderna en una sociedad democrática.

En el contexto del discurso se habla de “revolución”, la misma que debe ser entendida como un cambio drástico en las conciencias[15] , es decir, una revolución en las conciencias, en el sistema de valores y en la cultura, un cambio en las relaciones de poder en la Universidad. Recordemos que al inicio del manifiesto se puede leer: “Estamos viviendo una hora Americana [16] dándole este un valor Continental al movimiento.

En este sentido, los acontecimientos de Córdoba dieron origen a una verdadera revolución que pretendía agrupar en corto tiempo su bandera a todos los hombres libres del continente porque la situación que se vivía era similar en toda esa región.

Siguiendo esta línea de pensamiento, los estudiantes de Córdoba con su accionar reformista, pretendían luego convertirse en los “hombres de una República Libre”, por consiguiente, la revolución estudiantil debía construir un nuevo poder en la Universidad basado en un concepto democrático de autoridad. Esta nueva autoridad sería generada con la participación del estudiantado, quiénes deberían elegir a sus maestros y directores, sin fundar su poder en el autoritarismo sino en su capacidad de ejercer la dirección espiritual y ética de la juventud.

En este contexto los estudiantes de Córdoba le asignaron a la Universidad el rol de crear la Dirección Intelectual de la Sociedad, por este motivo, el Manifiesto de Córdoba representaba el lenguaje de la “Generación del 18”[17]. Por otro lado, el discurso no parecía estar directamente influenciado por las nuevas posiciones político-ideológicas que estaban expresadas en el movimiento obrero emergente; el anarquismo y el socialismo, en otras palabras, las ideas del movimiento y su dirección no estuvieron subordinados a ningún partido político.

A partir de la lectura del Movimiento de Córdoba, se pueden apreciar 3 fuerzas que constituyen el eje de articulación del discurso ideológico:

a) La idea de modernización

b) La vocación histórica de la juventud y de la nueva generación

c) El sentimiento de una identidad latinoamericana

a) La concepción de la modernidad está articulada con la democratización del poder, es decir, la salida de la oligarquía académica asociada a la iglesia y la transferencia del poder a la comunidad universitaria, así como la asunción del discurso científico en los contenidos y en la metodología de enseñanza y finalmente la secularización ideológica de la institución universitaria.

b) y c) La nueva generación tiene como contexto histórico y cultural la existencia de un espacio cultural latinoamericano, surgido a partir de raíces histórico-culturales comunes.

La Reforma Universitaria se puede afirmar también que es producto del rechazo que sentía la juventud hacia la intervención, de los Estados Unidos de Norteamérica, ocurrida en sucesivas oportunidades, en la política interna de los estados latinoamericanos (Centro América – Caribe). Este accionar refuerza el sentimiento nacionalista, el cual suscita una naciente actitud antiimperialista en la juventud de América Latina, haciendo emerger “el tema moral y de lucha por la Independencia americana que es la liberación de todas las amarras materiales y de todas las formas mentales de nuestra persistente sumisión”.[18]

El proceso de modernización que esta generación impulsaba, no suponía erradicar la tradición cultural hispánica y de las antiguas culturas indígenas sino que afianzarla como componentes esenciales de la identidad latinoamericana. En cuanto a Europa que fue el referente de los intelectuales que construyeron ideológica e institucionalmente el Estado Nacional, ya estaba agotada como fuente de inspiración.

La “Generación del 18” proponía asimilar e internalizar la propia cultura para comprenderla creando modelos sociales y culturales encarnados en la realidad de América Latina en lugar de copiar en una tediosa sumisión las ideas de la modernidad europea. Se pretendía asumir nuevos roles que superaran la función tradicional de las universidades en la formación de profesionales y extensión de títulos académicos. La universidad no solo debía formar profesionales sino también intelectuales que fueran partícipes en la institucionalización de la administración política y espiritual de la sociedad. Los sacerdotes e intelectuales tradicionales, quienes estaban articulados con la oligarquía debían ser sustituidos por intelectuales con ideas modernas creados por la Universidad reformada.

Conclusión

En 1918 surgió el Movimiento estudiantil en Argentina como un actor político tendiente a reflejar el proceso de transición de la dominación oligárquica hacia una Sociedad Moderna, movimiento que se reflejó directamente en la lucha por la reforma Universitaria en la ciudad de Córdoba.

Las universidades al igual que la Universidad Nacional de Córdoba conducida por muchos años en forma autoritaria por una agrupación académica relacionada con la iglesia, se transformó en el emblema de la sociedad oligárquica que se restó al vigoroso desarrollo de modernidad que el país comenzaba a percibir, en 1916, con la llegada de Hipólito Irigoyen de la Unión Cívica Radical, como Mandatario de la nación.

El desarrollo de la Reforma no solo creó “una República de Hombre Libres” sino también engendró un nuevo actor social y político, gestando el nacimiento de un levantamiento continental de estudiantes que no solo se convirtieron en actores de la Reforma Universitaria si no también en ejecutantes políticos y sociales.

Los actores del Movimiento de Reforma Universitaria de Córdoba tenían una misión histórica como “Generación Nueva” porque estaban en condiciones de refutar el campo significativo de la antigua generación y se encontraban en condiciones más que disponibles para ejecutar acciones intrépidas.

Remarcar la idea de modernidad en la evolución del proceso de reforma es altamente significativo por referirse, en el ámbito universitario, a la democratización del poder, al desalojo de la influencia eclesiástica y al empleo científico de las metodologías de enseñanza, de los reglamentos disciplinarios y lo que es más importante a la nueva articulación entre la Universidad y la Sociedad Social.

Ya que la transición del viejo orden oligárquico a la sociedad moderna, es muy complicada, la “Generación del 18” manifestó a la Universidad la exigencia de transformarse en la dirección cultural y ética de la sociedad.

Por último, el objetivo era que la Universidad debía insertarse en el proceso de modernización, generando un saber crítico y formando en sus aulas no solo profesionales, sino también a los intelectuales modernos que debían organizar la hegemonía cultural, ideológica y política de los nuevos actores sociales modernizadores.


[1] Oligarquía: Forma de gobierno que ostenta el poder supremo en manos de muy pocas personas. Se denominan oligarcas a quienes, dueños de propiedades, de tierras o de grandes acumulaciones de dinero, son poseedores de fuerza en la dirección política gracias a sus fuertes influencias económicas. Pertenecen a una misma clase social y tienen gran poder e influencia.

[2] LUIS ALBERTO ROMERO: Breve historia contemporánea de la Argentina, Editorial Fondo de Cultura Económica de Argentina S.A, Buenos Aires, Argentina, 2007, pag. 18

[3] Ibid, pag 19

[4] La Unión Cívica Radical (UCR) : El 13 de abril de 1890 se constituyó la Unión Cívica como partido político moderno que había surgido en oposición a Juárez Celman, albergando en su seno a distintos sectores: criollos humildes marginados de los beneficios del progreso, linajes provincianos partidarios del federalismo, inmigrantes instruidos sin posibilidades de incorporarse al grupo de los notables.

“El voto ciudadano premió en los comicios nacionales de 1916 la larga trayectoria del candidato del radicalismo, Hipólito Yirgoyen. Este tuvo la responsabilidad de encaminar al país en el conflictivo período de la guerra y la posguerra, cuando las cartas de la política mundial se barajaron de nuevo y la única certeza era el fracaso del optimismo en el progreso indefinido de la humanidad”. MARIA SÁENZ QUESADA, “La Argentina, historia del país y de su gente”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2004, pag.454

[5] Ibid, pag. 33

[6] El Positivismo: A partir de los trabajos de Auguste Comte comenzó a tomar forma la corriente de pensamiento llamada positivista. Su objetivo era explicar el desarrollo de las sociedades humanas de manera objetiva, observando los hechos y estableciendo leyes, a la manera de las ciencias naturales. Comte consideraba que el progreso era lineal y acumulativo, y que el método científico era el que permitía llegar a un conocimiento positivo..Los positivistas pensaban que para que las sociedades evolucionaran de una etapa a otra era indispensable que existiera un orden social. Para que el progreso capitalista no se detuviera era necesario que, por encima de los intereses particulares, se impusiera un orden superior. Este orden debería imponerse por medio de normas y leyes. El conocimiento científico positivo tendría la función de contribuir a mantener el orden social.

El positivismo fue tanto un método de investigación en las ciencias sociales como una ideología. La visión positivista de la sociedad basada en las nociones de orden y progreso se impuso en los países en los que se extendía el capitalismo. A medida que las potencias imperialistas se extendían con sus productos, sus capitales y sus ejércitos, también lo hacían sus ideas.

[7] El Modernismo: El creador del Modernismo e inspirador absoluto fue, el poeta nicaragüense Rubén Darío. Su influencia en América y España fue decisiva para que dicho movimiento sea ruidoso y total. La fecha de su aparición puede fijarse en el año 1896 en que aparecen dos libros de Darío que decidieron el triunfo de la nueva escuela, Prosas Profanas y Los raros, publicados ambos en Buenos Aires, ciudad donde vivía el poeta. Y fue precisamente Buenos Aires el cuartel general del modernismo, y desde donde éste se proyectó al resto de América y a España.

Juan Ramón Jiménez, que fue de los primeros en plegarse en España a este movimiento, ha sintetizado así el comienzo del mismo: “Ahora bien – dice el poeta -: es necesario esclarecer lo que fue el Modernismo. El Modernismo no fue solamente una tendencia literaria: el Modernismo fue una tendencia general. Alcanzó a todo. Creo que el nombre vino de Alemania, donde se producía un movimiento reformador por los curas llamados modernistas. Y aquí en España, la gente nos puso ese nombre por nuestra actitud. Porque lo que se llama modernismo no es cosa de escuela ni de forma sino de actitud. Era el encuentro de nuevo con la belleza sepultada durante el siglo XVI por un tono general de poesía burguesa. Eso es el Modernismo: un gran movimiento de entusiasmo y de libertad hacia la belleza”.

ESTRELLA GUTIERREZ, “Literatura Española, Hispanoamericana y Argentina”, Editorial Kapelusz, Buenos Aires, 1990, Pag. 373,374

[8] JOSE INGENIEROS, “Los tiempos nuevos”, Tomo VI, Ediciones Mar Océano, Buenos aires, 1961, p. 466

[9] TERESA EGGERS-BRASS, Historia Argentina 1806-2004, Una Mirada Crítica, Editorial Maipue, 2004, Buenos Aires, Argentina, Pag.430

[10] TULIO HALDPERIN-DONGUI, “Historia Contemporánea de América Latina”, Alianza Editorial, Madrid, 1972, p. 298

[11] Metáfora: A través de este recurso se sustituye aquello de lo que se está hablando (término real) por una imagen que se asocia creativamente con él (imagen evocada).

[12] Imágenes poéticas: Se utilizan para provocar una representación, en la mente del lector de alguno de los cinco sentidos: imágenes sensoriales, o de algún sentimiento: imágenes afectivas o emotivas.

-Visual cromática: ante el pálido lienzo de la tarde

-Visual cinética: … una brisa en pañales movía los paraísos

-Auditiva: … y en los profundos campos silbaba la perdiz

-Táctil; … vuela sobre la piedra áspera…

-Olfativa: El cerro azul estaba fragante de romero

-Gustativa: Tu nombre me sabe a hierba…

-Imágenes afectiva o emotiva: El miedo se hizo rabia en las miradas

[13] ALBERTO CIRIA Y HORACIO SANGUINETI, “Los reformistas, Editorial Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1968, pag. 271

[14] Ibid, pag. 272

[15] Ibid, Pag. 276

[16] Ibid. Pag. 271

[17] Sarmiento, Amadeo Jacques, Nicolás Avellaneda, Lucio Mansilla, Eduardo Wilde, Lucio V. López y Miguel Cané, www.temakel.com, 2/10/2011, hrs. 21:03

[18] GABRIEL DEL MAZO, “Reforma Universitaria y Cultura Nacional, Editorial Raigal, Buenos Aires, Pag. 62.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, me ayudo mucho!! Graciaaas!!

Anónimo dijo...

fue de mucha ayuda, Gracias!

Anónimo dijo...

LA PRESIDENCIA EN 1916 FUE DE HIPÓLITO YRIGOYEN, NO ES DE JULIO ROCA. ATENTOOOOS
FUE EL PRIMER LIDER DE MASAS E HISTÓRICAMENTE EL PRIMER GOBIERNO DEMOCRÁTICO DE LA ARGENTINA.

Anónimo dijo...

Muy bueno! Mucha razón el comentario sobre el primer presidente democrático argentino xd